Cartas al Director
La honra de una persona, en este caso de un médico, es una cualidad que se la cultiva a lo largo de los años y que está en relación con la responsabilidad y profesionalismo en cada uno de sus actos, durante el corto o largo trayecto de su vida, siendo esta cualidad valorada y otorgada por los pacientes que en algún momento pusieron sus dolencias en manos de este médico, el que siempre intentó dar de sí todos sus conocimientos y experiencia sin importar en lo absoluto su condición social o económica.
Todo este preámbulo está en relación con una gran noticia aparecida hace unos días en la que se me atribuyen acusaciones que lesionan mi honra, y que no pasaré a pormenorizarlas ya que esta involucra a un paciente, y por normas legales y éticas de confidencialidad no puedo dar información sobre su historia clínica, a pesar de que esta ya fue violentada por alguna fuente.
Cada vez que he tenido la suerte de atender a un paciente, siempre he intentado, con la ayuda de Dios, hacerlo de la forma más responsable y desinteresada, poniendo en él todos mis conocimientos y experiencia; y si efectivamente alguna o muchas veces he fracasado, he sabido asumir con responsabilidad mi error, pero en este caso concreto, tan comentado, esto no existió en ningún momento.
Por último, quiero mencionar las palabras de aliento que me dio un buen amigo, quien me decía: “Hay alabanzas que denigran e insultos que enaltecen, todo depende de dónde provengan”.
Ramón Barredo,
Todo este preámbulo está en relación con una gran noticia aparecida hace unos días en la que se me atribuyen acusaciones que lesionan mi honra, y que no pasaré a pormenorizarlas ya que esta involucra a un paciente, y por normas legales y éticas de confidencialidad no puedo dar información sobre su historia clínica, a pesar de que esta ya fue violentada por alguna fuente.
Cada vez que he tenido la suerte de atender a un paciente, siempre he intentado, con la ayuda de Dios, hacerlo de la forma más responsable y desinteresada, poniendo en él todos mis conocimientos y experiencia; y si efectivamente alguna o muchas veces he fracasado, he sabido asumir con responsabilidad mi error, pero en este caso concreto, tan comentado, esto no existió en ningún momento.
Por último, quiero mencionar las palabras de aliento que me dio un buen amigo, quien me decía: “Hay alabanzas que denigran e insultos que enaltecen, todo depende de dónde provengan”.
Ramón Barredo,
médico, Guayaquil
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