Cartas al Director
Coca Codo Sinclair
Quizás no fui lo suficientemente claro en la conversación con EL UNIVERSO sobre el retiro de la empresa argentina Enarsa en el proyecto Coca Codo Sinclair.
El acuerdo de Correa con el ministro de Planificación de Argentina, Julio de Vido -febrero 11 del 2008-, que se continuó con la fanfarria de descubrir en uno de los patios de Carondelet, junto a la señora Cristina Fernández, presidenta de Argentina -abril 21 del 2008-, fue direccionado a entregarle Coca Codo Sinclair, sin estudios finales, a empresas argentinas, a dedo, usando a Enarsa como caballo de Troya.
La información oficial de Argentina en febrero del 2008 fue: “El proyecto prevé un presupuesto de 1.600 millones de dólares que será financiado en un 70% por el Estado ecuatoriano y en un 30% (480 millones de dólares) por el grupo inversor argentino. La participación argentina se concentrará en la construcción de la obra y el aporte de la tecnología, según lo convenido por los gobiernos”.
Nada de aporte financiero de las empresas argentinas.
Se constituyó la empresa mixta con el capital autorizado –o sea solo declarado– de 400.000 dólares, 70% Ecuador, y 30% de Enarsa. No se ha publicitado si Enarsa entregó dinero.
En el finiquito habrá que considerar lo que por aporte entregó Enarsa, pero también los perjuicios que el Ecuador ha sufrido.
Deben glosarse los gastos de la fanfarria en que incurrió el Gobierno.
Ahora se da la posibilidad de un contrato con la empresa china Sinohydro y se habla de un costo de 2.000 millones de dólares –incremento del 25%, en 17 meses–, cuando los materiales de construcción en el mundo han bajado de precio.
Todavía no hay estudios confiables, por lo que sería un contrato con estudios incluidos, por principio prohibido en la legislación del Ecuador, en el capricho de Correa de que la inversión sea para 1.500 megavatios/día, cuando los estudios serios recomiendan que la inversión sea menor porque la generación, en razón de estiajes, es difícil que sea más de 1.000 megavatios promedio.
La vanidad de Correa es que Coca Codo Sinclair sea más grande que Paute con 1.000 megavatios.
Esa vanidad tiene un costo mayor que lo pagaremos los ecuatorianos.
León Roldós Aguilera,
El acuerdo de Correa con el ministro de Planificación de Argentina, Julio de Vido -febrero 11 del 2008-, que se continuó con la fanfarria de descubrir en uno de los patios de Carondelet, junto a la señora Cristina Fernández, presidenta de Argentina -abril 21 del 2008-, fue direccionado a entregarle Coca Codo Sinclair, sin estudios finales, a empresas argentinas, a dedo, usando a Enarsa como caballo de Troya.
La información oficial de Argentina en febrero del 2008 fue: “El proyecto prevé un presupuesto de 1.600 millones de dólares que será financiado en un 70% por el Estado ecuatoriano y en un 30% (480 millones de dólares) por el grupo inversor argentino. La participación argentina se concentrará en la construcción de la obra y el aporte de la tecnología, según lo convenido por los gobiernos”.
Nada de aporte financiero de las empresas argentinas.
Se constituyó la empresa mixta con el capital autorizado –o sea solo declarado– de 400.000 dólares, 70% Ecuador, y 30% de Enarsa. No se ha publicitado si Enarsa entregó dinero.
En el finiquito habrá que considerar lo que por aporte entregó Enarsa, pero también los perjuicios que el Ecuador ha sufrido.
Deben glosarse los gastos de la fanfarria en que incurrió el Gobierno.
Ahora se da la posibilidad de un contrato con la empresa china Sinohydro y se habla de un costo de 2.000 millones de dólares –incremento del 25%, en 17 meses–, cuando los materiales de construcción en el mundo han bajado de precio.
Todavía no hay estudios confiables, por lo que sería un contrato con estudios incluidos, por principio prohibido en la legislación del Ecuador, en el capricho de Correa de que la inversión sea para 1.500 megavatios/día, cuando los estudios serios recomiendan que la inversión sea menor porque la generación, en razón de estiajes, es difícil que sea más de 1.000 megavatios promedio.
La vanidad de Correa es que Coca Codo Sinclair sea más grande que Paute con 1.000 megavatios.
Esa vanidad tiene un costo mayor que lo pagaremos los ecuatorianos.
León Roldós Aguilera,
abogado, Guayaquil
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