martes, 29 de septiembre de 2009

Que no cojee de la izquierda

CARTAS AL DIRECTOR
Si el presidente Correa estaba frustrado de los médicos ecuatorianos, los Bonilla Barco, Alcívar, Barredo, orgullo de la ortopedia ecuatoriana, era su derecho buscar atención afuera en Cuba, con Álvarez Cambras, Venezuela o Irán. Es su rodilla. Sin embargo, uno espera de su Presidente ciertas pautas de comportamiento de un profesional altamente preparado en Ecuador y el extranjero, que haya desarrollado un criterio científico sólido.
Después de todo, el materialismo dialéctico y su aplicación en la construcción de la revolución requiere el uso del método científico en el análisis de la realidad y en la propuesta de soluciones.
Siempre creímos que el socialismo se basaba en el respeto a la dignidad del ser humano y en la lucha por la satisfacción de sus necesidades. Como un paciente educado debió haber leído que su problema de rodilla no era solo de meniscos sino de un proceso degenerativo que no respeta raza, capacidad económica o nivel de inteligencia. En ese sentido, su problema de cartílago es, en esencia, un proceso absolutamente democrático. Estoy de acuerdo que nuestro país no tiene buena infraestructura hospitalaria. Le toca trabajar duro al Presidente y a todos para superar esa deficiencia. Lo que no comprendo es qué tiene eso que ver con las rodillas presidenciales operadas. En cirugía ortopédica, una mala infraestructura hospitalaria se refleja básicamente en un punto clave: infección. Si al Presidente no se le infectó la rodilla, entonces el problema fue que el proceso degenerativo continuó, lo cual sucede en la mayoría de los mortales con esa enfermedad, o que el ilustre paciente creyó que su organismo y enfermedad iban a comprender que por sus funciones él no tenía tiempo para ir a las sesiones de rehabilitación usualmente molestosas y frecuentes, y por un periodo prolongado. Me inclino por lo segundo, solo por la afirmación del paciente Correa de que él no volvió a ver al cirujano. Sin rehabilitación, un fracaso doloroso es lo único que se puede esperar. En este contexto, la falta de objetividad científica del Presidente es preocupante; ha permitido que el dolor y sus sentimientos nublen su criterio. ¿Qué pasará con los problemas del país mucho más graves que un dolor de rodilla? ¿Será también que hay riesgo de que él haya sacrificado su objetividad científica en lo político y esté gobernando según sus emociones y sentimientos? Eso sería lamentable y peligroso. Sus rodillas son problema de él; pero el país nos concierne a todos. Sobre el tema del respeto socialista y la prudencia presidencial, en días pasados cuando se refería a la transformación de la Corpei, que el Presidente no solo tenía el derecho sino que estaba obligado a manejar con su criterio; se le deslizaron unos números para describir el sueldo del ejecutivo de la Corpei. En estos tiempos violentos esa declaración expuso al aludido y a su familia al riesgo de un asalto u otro crimen mayor. ¿Era el problema el financiamiento de la Corpei o el sueldo del funcionario?
Otra vez, las emociones y sentimientos del Presidente primaron sobre su objetividad, que debió dictarle tacto y mesura. A nadie inspira confianza un Presidente que no piense antes de hablar, y no se dé cuenta del daño que puede causar.
Refiriéndose a su quejosa rodilla, el presidente Correa se ha referido al reconocido cirujano que lo operó como “mercader y carnicero”, al cual nunca volvió a ver. Las noticias dicen que la víctima de este último ataque es el doctor Ramón Barredo. ¿No le pareció exagerado al Presidente el valor pactado sin duda antes de la operación? Si la respuesta es sí, resultaría que no tuvo coraje para resistirse al abuso. Si la respuesta es no, resultaría que el paciente fue ingenuo, no le interesó investigar si el servicio contratado valía el precio a pagar. Otra vez, lo que hizo o pagó es problema de Correa, el paciente; pero si el presidente Correa estuviese gobernando con esa actitud, cuidado, significaría que el país está desprotegido frente al abuso, o que los dineros del Estado se manejan sin beneficio de inventario. En el contexto en que se usaron los términos “mercader y carnicero”, suenan a insulto proveniente de la boca de un patán, no de un Presidente. Cuando quien se dice socialista recurre a la patanería, es cuando le comienzan a faltar argumentos socialistas. El asunto va más allá. ¿Está el Presidente sugiriendo erradicar a los profesionales ecuatorianos? No ha habido socialismo que subsista sin profesionales universitarios calificados. Ojalá estos exabruptos presidenciales sean solo resultado del malestar del paciente adolorido. Ojalá quede bien el Presidente; sería lamentable que siendo socialista cojee de la izquierda.
Miguel Ortiz,
médico, Guayaquil

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