martes, 22 de septiembre de 2009

Informe médico

Francisco Febres Cordero
fines de la historia (clínica), certifico que el presidente de la República del Ecuador, compañero Rafael Correa Delgado, descendió por sus propios medios (pies) del avión que lo trajo a nuestra isla, un jet bolivariano facilitado por el compañero Hugo Rafael Chávez Frías.
Inmediatamente, el compañero Correa fue remitido a mi consulta para que evaluara, literalmente, su patología y, dentro de ella, conociera el estado de su rodilla derecha que, a simple vista, se me apareció rodeada por un círculo oscuro en la periferia de la articulación; conforme el círculo se cerraba alrededor de la rótula, adquiría una inequívoca tonalidad rosa.
Al ser auscultado no solo en su rodilla sino en la totalidad de su organismo, el compañero Correa dijo que había salido de su país cuando los maestros declararon un paro indefinido, los indígenas exigían la propiedad del agua, los campesinos reclamaban al Seguro Social y su hermano Fabricio amenazaba con ir a declarar ante la Fiscalía sobre los gastos de campaña. Ante semejante panorama, obviamente presentaba un cuadro que, clínicamente, se conoce como presión alta, más que en sus meniscos propiamente dicho, en todo el país en general.
Al solicitarle que se quedara quieto para un reconocimiento de la parte afectada, el paciente volvió a dar muestras de impaciencia y me acusó de mediocre, irresponsable, cara e’tuco, pelucón y enano solamente porque le pedí que levantara la pierna y doblara la articulación. Consideré que, clínicamente, lo que debe hacerse, en su próxima visita a Cuba, es operarle el órgano muscular ubicado en la cavidad de la boca (lengua), lo cual automáticamente servirá para corregirle sus rodillas, porque le evitará seguir metiendo las patas.
Acto seguido, se quejó de que no era la pierna lo que le atormentaba sino el brazo, lo cual se confirmó cuando el examen llegó a la altura del codo, articulación que se hinchaba, según propia confesión del enfermo, por falta de Coca. Este hecho (un inequívoco síntoma de abstinencia) me llevó a sospechar que el compañero Correa tenía una adicción inconfesable a esa nefasta bebida capitalista de origen norteamericano e imagen imperialista; sin embargo, el impaciente, entre quejidos, estertores y ayes, confesó que lo que más le dolía de todos los dolores que le aquejaban era la manera en que se hizo añicos su proyecto de electrificación estrella, que le dejó sin Coca. Y hasta sin Codo.
De súbito, el impaciente se sentó en la camilla en que yacía y solicitó la presencia de un equipo de oftalmología, petición que fue atendida de inmediato. Tras efectuarle un análisis detenido de los iris (dos) y las niñas (dos), el diagnóstico fue que los ojos (dos) del compañero Correa gozan de total buena vista y el presidente no tiene, como calumniosamente lo afirmó su hermano Fabricio, ningún ojo tuerto. Por lo tanto, clínicamente puede concluirse que al compañero presidente no le roban por ahí sino por algún otro lado de su organismo.
Acto seguido, el impaciente fue sedado y solo entonces se transformó en paciente, aprovechando lo cual se procedió a implantar en su rodilla un juego completo de cojinetes con la convicción revolucionaria de que, ahora sí, podría caminar hacia la victoria. Secret.

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