Editorial
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, sin que ninguna autoridad ecuatoriana proteste indignada, le ha atribuido a Guayaquil un supuesto deseo separatista que existe solo en su imaginación.
Para eso no ha presentado ni una sola prueba. Se ha limitado a agitar este fantasma imaginario con la clara intención de favorecer el voto por el Sí. “Vota por Correa, para que Guayaquil no se separe”, es el mensaje tramposo del mandatario venezolano.
El país sabe, por supuesto, que al Ecuador lo están dividiendo, pero no los guayaquileños sino las autoridades que llaman a una guerra civil contra los periodistas, los pelucones, los indios, las gorditas, los banqueros, los infiltrados, los ex ministros, y cualquier otro que no apoye o deje de apoyar al régimen.
Será inútil, por eso, que esperemos a que la Cancillería cumpla con su obligación y le exija al Gobierno venezolano que modere su vocabulario.Chávez seguirá metiendo su mano en nuestra política interna hasta que el Ecuador recupere el verdadero significado de la palabra “soberanía”.
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