Por Miguel Macías Carmigniani
En el Ecuador se pretende patentar el miedo, para asegurar la estabilidad del Gobierno. Probablemente por ello es que la mayoría de nuestros dirigentes políticos y gremiales no ha manifestado su oposición al régimen del presidente Correa, ni a su proyecto constitucional, el cual en mi opinión, es estatista y terminará con la economía social de mercado y con el dólar, que tanta estabilidad nos ha dado. Salvo el alcalde Jaime Nebot, de cuya inteligencia y valentía ni si quiera sus más acérrimos adversarios pueden dudar, el economista Correa no tiene ningún opositor de peso.
Nebot ha sido claro al manifestar que si el pueblo guayaquileño aprueba el proyecto constitucional promovido por el Gobierno actual, como ningún otro en nuestra historia republicana, él no irá a la reelección, porque lo considera centralista, que coarta las libertades y le quita competencia a los municipios, entre otras críticas; pero ha advertido que en ese caso él continuará luchando en las calles.
Sería una lástima que aquello ocurra, pues en mi opinión, Jaime Nebot ha sido el mejor alcalde que ha tenido Guayaquil. Más de un 90% de quienes vivimos en esa ciudad aprobamos su gestión municipal. Los logros alcanzados por él están a la vista de todos.
La falta de oposición al Régimen, y la inigualable campaña publicitaria que ha iniciado el Ejecutivo para que se apruebe el nuevo texto constitucional, auguran su vigencia, a partir del próximo 28 de septiembre.
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En el campo político, el Presidente ha triturado a todo el que ha pretendido alzar una voz en su contra; ha sepultado -por lo menos momentáneamente- a los partidos políticos, cuyos dirigentes no han abierto la boca durante más de un año.
En otras épocas, en vísperas de un referéndum, hubiéramos escuchado a los líderes políticos criticar en duros términos al Gobierno y en el caso actual, comentar acerca de la compra del avión presidencial, de la compra venta de los bonos de deuda externa de la que se aprovecharon empresarios venezolanos, de la negociación con Conecel, de los cientos de millones de dólares asignados a dedo a pocas compañías constructoras, del excesivo gasto corriente del Gobierno central, del por qué tenemos una inflación tan alta en una economía dolarizada, de las millonarias pérdidas petroleras, etc. Debemos recordar que el que calla otorga.
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