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En Latinoamérica cada año se practican 4 millones de abortos. De estos, el 20% de las mujeres deben ser hospitalizadas por complicaciones de los procedimientos clandestinos. No sé si podríamos llamar vida a la situación de aquellos niños no deseados que sufren el rechazo de sus madres, quienes, por problemas inminentemente sociales, se quedan embarazadas y les toca asumir una maternidad prematura. No soy partidario de una cultura de muerte, pero hoy sabemos de delincuentes que alguna vez fueron hijos no deseados o hijos de madres adolescentes que fueron víctimas de una violación.
Si hablamos de estado laico, lo cual es indispensable si el futuro se está decidiendo en la tierra de don Eloy, debemos ser conscientes de que cada ser humano tiene la potestad de decidir sobre su destino, y el Estado no puede regular el cuerpo y la sexualidad de las mujeres. De otro modo, no estaríamos reconociendo la capacidad ética que ellas tienen para tomar decisiones que repercutirán en sus vidas. Entendamos que la soberanía del cuerpo es un reto social que debemos asumirlo para hablar de libertad, lo cual implica responsabilidad en nuestras vidas.
Miguel Molina Díaz,Quito
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Texto completo,http://www.eluniverso.com/2008/03/28/0001/22/0E02D8B777A5485AB405D29FB7EADDBF.aspx
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