lunes, 24 de marzo de 2008

Las computadoras

Francisco Febres Cordero
Ahora los internacionalistas ya no debemos situarnos solo ante el Derecho Internacional, ques nuestro fuerte, sino ante la tecnología, ques nuestro débil.
Y es que los debates se van centrando en las dos computadoras que fueron rescatadas vivas, después de aguantar el bombardeo del ejército colombiano en nuestro territorio. Estaban tan vivas que, apenas sintieron la balacera, se pusieron con las pantallas en alto y comenzaron a gritar “¡No disparen, que nos rendimos!”. Y entonces los soldados se las llevaron y, apenas las tuvieron bien seguras y esposadas, comenzaron a hacerles cantar.
Justamente ahí se iniciaron nuestros problemas porque, como les dije antes, los internacionalistas no somos expertos en cómputo y, por lo tanto, no podemos saber si lo que dicen las computadoras es cierto o es mentira; si hablan por boca propia o solo repiten lo que les dicen que digan; si su cerebro fue alterado con pentotal sódico a la vena; si cantan por propia voluntad o solo por recibir la recompensa que el gobierno colombiano ofrece a los soplones.¿
A ustedes qué les parece? A mí también me entran las dudas, para qué también. ¿No ven lo que pasó? La policía le cruzó a diario El Tiempo una foto de un señor que estaba reunido con el finado Reyes y aseguró que ese señor era el Larrea. El diario El Tiempo se tragó la pepa y publicó la foto y por eso el embajador colombiano comenzó, feliz, a exhibirla en la OEA, para demostrar la complicidad del gobierno ecuatoriano con las FARC.
¡Qué bestia!, qué efecto que tuvo eso entre los diplomáticos, que se quedaron mudos (o sea estupefactos, como se dice en jerga diplomática a los mudos) ante una prueba tan contundente. Pero en eso salió un ecuatoriano y dijo ¡chuta, qué va a ser ese el Larrea, pues! ¿Y por qué no puede ser?, le preguntaron los diplomáticos. Y el ecuatoriano respondió: ¿No ven que el que está en la foto con el Reyes habla como argentino?
Y cierto era, francamente. Y no solo que hablaba, sino que también escribía como argentino, porque ahí aparece con dos esferos que escribían clarito en argentino. Encima, el pelo del sujeto es mucho más argentino que el del Larrea, cuya realidad capilar más bien se parece al sucre: antes tenía presencia, pero desde que vino la dolarización le quedan solo unos nostálgicos rezagos. Como si eso fuera poco, la diferencia más evidente está en los brazos: los del uno son musculosos y peludos, como piernas de futbolista, y los del otro son largos, flacos y blanquísimos, como piernas de monja, según el mismo Larrea se encargó de mostrar en su strip-tease de bíceps y tríceps que hizo ante las cámaras.
Después de mesejante fraude, a los internacionalistas no nos queda sino sospechar de las tales computadoras y, peor, del uso que se dé a la información que contienen. Verán nomás que en la próxima nos enseñan una foto del Correa con el Marulanda, pero resulta que no ha sido el Marulanda sino el Wellington Sandoval con una toalla en el cuello. Elé.
http://www.eluniverso.com/2008/03/23/0001/21/9411E77D987A4DEA84D182FCB1D4C5CE.aspx

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