Con asombro leí por periódico que los empleados del Ministerio de Finanzas recibirán una bonificación pecuniaria que va desde los cuatro salarios hasta dieciocho mínimos vitales por concepto de antigüedad, así como un botón de oro de 3 a 8 gramos, dependiendo de los años de servicio.No sé qué actividad relevante han efectuado los empleados del Ministerio de Finanzas para llevarse la bonificación y botón de oro, pues si de años de servicio se trata, también están los policías y militares, los médicos, los profesores y demás servidores públicos que tienen mucho más mérito por su sacrificada y abnegada labor.Lo único que se sabe de los trabajadores del Ministerio de Finanzas es que manejan el dinero del pueblo, sin embargo, a los verdaderos damnificados por las inundaciones del Litoral y de la Sierra, así como a los pobladores cuyas casas fueron devastadas por las erupciones del volcán Tungurahua, ese miserable bono de 90 dólares que a duras penas el Gobierno ha entregado para cada damnificado, está en compás de espera. Para colmo, ahora solo recibirán 45 dólares, y luego los otro 45.Lo contradictorio de estos extraordinarios, es que presuntamente estamos en austeridad y, si el despilfarro de las arcas públicas se da por parte de quienes tienen el control del dinero, ¿por qué no somos tan generosos con quienes lo han perdido todo como consecuencia de la dura estación invernal, y la poca previsión gubernamental que debió darse para estos eventos? Y si de años de trabajo se trata, los damnificados tienen más de cuarenta años labrando la tierra, criando ganado, aves de corral; generando la riqueza para el país; y no es justo que a ellos ni siquiera una ración de comida y de agua potable les llegue a tiempo.
Enrique Chalén Escalante,ingeniero, Guayaquil
Enrique Chalén Escalante,ingeniero, Guayaquil
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Luego de la erupción del volcán Tungurahua en que lamentamos la tragedia que vivieron los habitantes de sus alrededores al perder sus sembríos por la ceniza volcánica que sacrificó sus cosechas, fue muy plausible la respuesta de unos asambleístas al conceder parte de sus ingresos para cubrir algo de las pérdidas que sufrieron esos compatriotas del austro. Pero yo me pregunto, ¿han actuado de la misma forma con los damnificados de las inundaciones de la región Costa?
Luego de la erupción del volcán Tungurahua en que lamentamos la tragedia que vivieron los habitantes de sus alrededores al perder sus sembríos por la ceniza volcánica que sacrificó sus cosechas, fue muy plausible la respuesta de unos asambleístas al conceder parte de sus ingresos para cubrir algo de las pérdidas que sufrieron esos compatriotas del austro. Pero yo me pregunto, ¿han actuado de la misma forma con los damnificados de las inundaciones de la región Costa?
En el Litoral hay miles de campesinos que han perdido sus cosechas, sus animalitos, viviendas, y en algunos casos algunos, hasta sus propias vidas. Pero, ¡no!, ese gesto no se ha dado. Y, ¿qué dice guayaquileño enemigo de Guayaquil en su informe semanal? Dice que va a comprar unos guardacostas chatarras a Chile, unos helicópteros a Rusia, que buscará la razón para ampliar el aeropuerto de Salinas... Hostigan sus discursos. Habría que advertirles entonces a todos los países amigos del mundo que quieran seguir colaborando con nuestros hermanos damnificados por embates naturales, que la tragedia es también en la región Costa, y que en la ciudad de Guayaquil hay un aeropuerto que está abierto las veinticuatro horas del día.
Alberto Muñoz Morán,Guayaquil
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El Presidente debe ir a los sectores anegados. Hemos visto en la televisión desgarradoras imágenes, en tanto, él anda regalando risitas por los lugares donde no existe tragedia.Cuando esos sectores estuvieron en buen estado, ahí sí llegó a ellos a solicitar el voto con promesas. Despilfarra el dinero del pueblo al que le llama “el soberano”. Ha gastado todo un año haciendo propaganda política dentro y fuera del país, gastando el excedente petrolero que no le durará indefinidamente. Pero ya rendirá cuentas al soberano. No olvidemos la ley de la gravedad. En la construcción de un canchón para sus alzamanos, despilfarró el dinero que debió invertirlo en obras para esos pueblos a los que se les ofreció maravillas a cambio de votos. Si se lo hubiera hecho así, no tendrían que estar esos hermanos sufriendo ahora.
Celeste Genoveva Fuentes Mieles,Guayaquil
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