lunes, 31 de marzo de 2008

Borjarreísmo

Emilio Palacio
El escándalo de la Superintendencia de Compañías le está provocando una hemorragia de prestigio tan seria al Gobierno que se esperaba una reacción inmediata. Pero los médicos están cruzados de brazos y no pueden intervenir porque el jueves Rafael Correa le puso final a este oscuro asunto sentenciando que debemos “confiar” en él y que él “confía” en el Superintendente.
(Por lo visto Correa, que suele dar clases de catecismo en su programa de los sábados, no ha leído la Biblia: “Maldito el hombre que confía en el hombre”).
El nuevo secretario Anticorrupción, Alfredo Vera, de la Izquierda Democrática, será quien menos se ocupe del escándalo de la Superintendencia de Compañías. Andará muy ocupado, según él mismo le dijo a Jorge Ortiz, investigando a los periodistas que quieran descubrir qué vínculos mantiene Ecuador con las FARC. (Vean qué crimen gravísimo, querer conocer la verdad). Así que a estas alturas ya nos estarán filmando y grabando en secreto, indagando en nuestro pasado.
Vera tampoco investigará los cientos de millones de dólares que se gastan en publicidad oficial inútil, o las negociaciones secretas entre Gustavo Larrea y Raúl Reyes, o el atentado contra los derechos humanos en Dayuma, o el espionaje de inteligencia militar en la Asamblea Constituyente, o la docena de sectores que han sido declarados en emergencia y donde no se observan mejoras, o los Pativideos, de los que ya nadie se acuerda, o cuánto se le pagó a los diputados manteles, o esta novedad de que algunos servicios de inteligencia sabían de los vínculos de Franklin Aisalla con las FARC y no le informaron al Presidente.
Sobre todo, Vera no preguntará cómo se gastó el dinero del aeropuerto de Quito, obra de su partido, la Izquierda Democrática. Correa dijo antes que ese negocio apestaba, pero los ánimos se han calmado y ahora Vera encontrará seguramente que huele a perfume.
Tampoco indagará en las cuentas de las decenas de militantes y ex militantes de la ID, amigos y parientes de Vera, que hoy disfrutan su cuota de poder, repartidos en los ministerios de aquí y allá.
Déjenme transcribirles unas líneas de La Política, librito de algo más de cien páginas publicado en el 2005 por el flamante Secretario Anticorrupción para denostar a los que en esos días denunciábamos a los viejos partidos: “La más grande falacia… es haber acuñado el término de lo que ellos bautizaron como ‘partidocracia’… , escondiendo su verdadera identidad tras la máscara del ‘independentismo’ o la mal llamada ‘sociedad civil’”.
Por esos días Rodrigo Borja todavía estaba convencido de que el poder de León Febres-Cordero sería eterno. Así había nacido el febresborjismo que reinó más de una década. Ahora Borja cambió de opinión y cree que hay Correa para rato. Resultado: el borjarreísmo. De tal modo que para investigar a la prensa que denunció a los viejos partidos se escoge precisamente a quien sostuvo que la “partidocracia” nunca existió.
Menos mal que Borja se equivocó en aquello de que Febres-Cordero sería eterno; y no hay primera sin segunda.
http://www.eluniverso.com/2008/03/30/0001/21/C40F1B8935284DAD8784D7BB0F095278.aspx

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