Jorge Vivanco Mendieta
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La Asamblea es espiada, y también espía (¿no es verdad señor asambleísta Rivera, señor Ministro de Gobierno?); espían el Ministro y el Subsecretario, el superintendente y el gerente. Y ellos, todos ellos también son espiados. Se acabó la confianza, la bonhomía que hacía más o menos aceptable la vida social con sus prejuicios y sus egoísmos.
El Ministro y el Subsecretario de Defensa, negaron de una manera muy curiosa que las FF.AA. espíen. Dijeron que la función institucional es otra, mucho más elevada que el espionaje… salvo que haya que descubrir un complot contra la seguridad del Presidente, en cuyo caso sí espía. Pero, ¿quién califica esto del complot?
El asambleísta Roldós dice que a él no le importa que lo espíen como lo están haciendo, pero que sí le importa que espíen a la Asamblea, lo cual es evidente y que lo único que falta es saber quién espía y entre los sospechosos están las FF.AA. y el Gobierno. La asambleísta Diana Acosta fue mucho más frontal: afirmó que ha sido sometida al procedimiento del “barrido”, que es el vulgar “pinchazo” de los teléfonos. Pero no solo se escuchan conversaciones telefónicas privadas, sino que investigan cuentas corrientes. Esto lo confirma el asambleísta Pablo Lucio Paredes.
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