lunes, 28 de julio de 2008

Primeras lecturas

Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Entré a la página web de la Asamblea Constituyente y ahí estaba. El último borrador del proyecto de Constitución que tantas discusiones ha generado en los recientes meses
En cuanto a la forma, lo primero que llama la atención al revisar las 152 páginas es esta ridiculez de utilizar términos masculinos y femeninos para todo –la Presidenta o el Presidente; las ecuatorianas y los ecuatorianos; las niñas y los niños; las hijas e hijos–.
Suficientemente aburrido es leerse una Constitución, como para tener que aguantarse esta redundancia de términos. Como reclamaba recientemente en su columna el escritor español Javier Marías sobre este tema: ‘Desean hacer de la lengua algo odioso, inservible y soporífero’. Las asambleístas y los asambleístos parecen no tener problema en aburrirnos.
Pero bueno, lo de la forma no le hace daño a nadie. Es secundario. En lo de fondo, hay mucho que comentar. Por ahora me limito a un punto en el que este proyecto de Constitución no solo que perdió una oportunidad de avanzar, sino que da un gran paso para atrás en relación a la actual Constitución. Tiene que ver con los derechos de participación y los requisitos para ser candidatos.
Si la idea era ir hacia un cambio, era básico que pasemos de un voto obligatorio a un voto voluntario. Así, avanzaríamos hacia una real democracia en donde vote quien quiera votar. Iríamos hacia elecciones donde los candidatos deban realmente ganarse nuestro voto.
El voto voluntario acaba con esta imposición que hace que acudan a votar obligados y desinformados quienes marcan la papeleta por la primera foto que les guiña el ojo, o por el nombre que más escucharon en la radio. Para el populismo siempre es mejor que voten no solo los ciudadanos informados que lo hacen porque quieren, sino, sobre todo, los desinformados que lo hacen porque deben. Y este gobierno, que alimenta su popularidad de elecciones periódicas, necesita esos votos desinformados.
En la sección de las Fuerzas Armadas se dio un cambio lógico y positivo al hacer el servicio militar algo voluntario. Lástima que no hicieron lo mismo con el voto.
Algunos artículos más adelante se profundiza este retroceso electoral al detallarnos los requisitos para lograr un puesto en el nuevo Congreso, bautizado muy venezolanamente como Asamblea Nacional. Como si nuestros congresos anteriores no han sido lo suficientemente malos, ahora se da otro paso para impedir un cambio positivo. Se ha bajado el requisito de edad para ser diputado, de 25 a 18 años. En otras palabras, nos están diciendo que ser diputado es algo de tan poca importancia para el país que no se necesita educación universitaria. Si bien un título no garantiza a un buen político –y en la administración actual sobran casos para demostrarlo– al menos indica un mínimo de educación y experiencia, necesarias para ejercer cualquier cargo público o privado.
Nos quedamos con las ganas del voto voluntario. Un cambio puntual con el potencial de producir grandes mejoras en la calidad de candidatos que el país escogería. Y para rematar, no solo que seguiremos votando obligados. Sino que nos encontraremos en la papeleta con más improvisados.
Una primera lectura del proyecto de Constitución que en lo electoral deja mucho que desear.
JUEVES 24 de julio del 2008 Guayaquil, Ecuador

No hay comentarios: