¿Parece nomás? Ricardo y Vinicio me dejaron sola, solo mi ñaño me quedaba en esas noches en las que recontaban y recontaban los votos y en las que pude escribir un poema.
¿Puede leérmelo?
Puedo escribir los versos más tristes esta noche,
escribir por ejemplo: la noche está estrellada,
más estrellada que yo, y tiritan, amarillos y rojos, los JJ, a lo lejos.
El viento de la noche gira en el cielo, y canta mi ñaño.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo, la ñaña perfecta, la quise, y a veces la Prefectura también me quiso.
De eso me convenció mi ñaño.
En el centro de contingencia, la tuve entre mis brazos. Cómo no haber amado su gran oficina.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír en la noche inmensa gritar al JJ que alista sus festejos.
Y el voto cae a la urna como pasto al rocío.
Qué importa que mi ñano conmigo hubiera cantado.
La noche está estrellada y la Prefectura no está conmigo. Eso es todo.
A lo lejos, alguien canta. A lo lejos. Tal vez Patiño.
Mi ñaño no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla a mi mirada habla de fraude selectivo.
Mi corazón la busca, y la Prefectura no está conmigo.
La misma noche que Vinicio y Ricardo me dijeron que no tenía chance.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no los quiero, es cierto, pero cuánto los quise cuando mi voz buscaba el himno con el que repartir bonos.
Mi voz cantaba mientras entregaba créditos. De otro. De mi ñaño. La Prefectura será de otro. Será del Jairala. Por eso, ya no los quiero, es cierto, pero tal vez los quiero.
Es tan corto el tiempo entre elección y elección, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta tuve la Prefectura, mi alma no se contenta con haberla perdido. Otra elección habrá.
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