La baraja de País, tiene cuatro reinas.
María Paola, la de copas, porque ha bebido la leche de la sabiduría y sabe de todos los derechos que sospecharse puedan, y de todas las leyes que deberán producir la felicidad de este pueblo ignorante, gracias a los arranques juveniles de los que ya han superado las 25 rupturas.
Betty de mis amores, la reina de oros, porque es la que dispone de los tesoros y de los turnos de la seguridad social para contentamiento del Supremo Hacedor, salvación de la economía y agrado del silencioso o silenciado Ramiro. Pilar Nuñez, la reina de las comunicaciones, aguerrida luchadora, que bastos en mano, viene soñando desde Montecristi, en crear un sistema de mazmorras del Santo Oficio, donde irán a parar los brujos,
mentalistas,
parasicólogos,
tecnocumbieras,
periodistas mediocres,
gorditas horrorosas,
dueños de medios de comunicación,
ninjas y todos los que atenten contra la majestad del poder y osen discrepar de los designios de lo alto o de Los Llanos y no hayan sido alguna vez elegidos aunque fuera para un comité de padres de familia.
Y la reina que antes fuera de espadas y que hoy ha devenido, según propias declaraciones, madre de una nueva Ley, María Augusta, que con moda pelucona, quiere convocar a los diestros y siniestros, y ya no tan brava y luchadora, acoger “bajo sus dos alas, a todos los pollitos, para que duerman, acurrucaditos, hasta el otro día”.
Se ruega no confundir reinas de la baraja con cartas del tarot.
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