Pedro X.Valverde Rivera
Participé en un foro que contó con la presencia de Yon Goicoechea y Gustavo Tovar, líderes del movimiento estudiantil venezolano que en diciembre del 2007 propinó por primera, vez en mucho tiempo, la primera derrota electoral del presidente Hugo Chávez.
Para serles franco, me quedé gratamente sorprendido de la espontaneidad de Yon, un joven de 23 años, que maneja con fluidez conceptos filosóficos o políticos y que ha vivido en carne propia la opresión, el discrimen y la persecución de un régimen autoritario.
Me llamó mucho la atención, además, la coherencia de sus ideas y cómo, a pesar de haberse convertido en una estrella mediática, gracias a la “cariñosa” campaña de descrédito por parte del régimen venezolano, aún sigue “pisando tierra”.
Lo digo porque cuando alguien le preguntó sobre sus aspiraciones políticas inmediatas, dijo que no se sentía preparado para ser alcalde o presidente y que por políticos con ese nivel de improvisación en la función pública es que él había decidido hacer algo por Venezuela.
Ojalá algunos otrora “tirapiedras” o “pasapapeles” o “presentadoras estrellas” hubieren tenido la humildad y responsabilidad de reconocer sus limitaciones intelectuales y falta de experiencia para el desempeño de importantes funciones del Estado.
Claro, la ambición de estas “personalidades” no les permitió hacer el análisis que hizo este joven estudiante, seguramente porque todavía los ecuatorianos no sentimos en carne propia, como los venezolanos, la agonía de la falta de democracia y la tragedia del irrespeto de los derechos humanos fundamentales en una sociedad.
De toda esta experiencia me quedó retumbando en la mente una idea central que pretendo compartir en esta ocasión
La categoría de demócrata de un gobernante no está dada exclusivamente por el origen democrático de su designación, sino además, por las ejecutorias democráticas en el desempeño del cargo.
1.- ¿Existe duda alguna del origen democrático y legítimo, por lo tanto, de la designación de Rafael Correa como presidente de los ecuatorianos?A mí no, ni a nadie creo yo; fue elegido democráticamente por quienes, como yo, creímos en su discurso de cambio, de relevo generacional, de manos limpias y corazones ardientes.
Ahora bien, pasemos a la segunda fase de esta prueba de democracia:2.- ¿Las ejecutorias de Rafael Correa en el ejercicio del poder han sido democráticas?
¿Ha respetado las reglas democráticas en el ejercicio del poder? Es decir, ¿ha respetado la Constitución Política del Ecuador y, en consecuencia, los derechos fundamentales consagrados en esta y en las leyes expedidas en concordancia con la Carta Magna?
En lo principal, ¿ha respetado la independencia de los poderes del Estado y, en consecuencia, la no injerencia de unos poderes en otros?
¿Se ha mantenido distante y respetuoso de la independencia de los organismos de control del Estado? ¿Ha respetado el derecho constitucional a la seguridad jurídica, observando las leyes y exigiendo su cumplimiento, tanto a opositores como a allegados o afines políticos?
Saque sus propias conclusiones, amigo lector.
La democracia no se defiende desde una tarima; se la vive y practica cada segundo de nuestras vidas, y de nuestras ejecutorias se desprende si somos o no demócratas. El resto es puro cuento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario