martes, 13 de mayo de 2008

Porquería de prensa

Iván Sandoval Carrión*
* Médico psiquiatra y profesor universitario
Correa tiene razón. Su adjetivo favorito señala las costuras que a veces muestra la prensa nacional: titulares tendenciosos, primeras planas sesgadas, omisión de la “otra versión”, política solapada, escamoteo de “lo que no vende”, opiniones estancadas en la paranoia o en el regodeo del último exabrupto presidencial. En la TV: los periodistas mejor vestidos entrevistando a “expertos” ad hoc en espectáculos con tufillo a tongo. La prensa es todo un poder, eso lo sabía el ciudadano Kane de Orson Welles.
Correa no tiene razón. La prensa nacional frecuentemente es buena e incluso muy buena: fotos excelentes, investigación y seguimiento, destape de lo que el poder oculta, denuncia de “porquerías”, cuestionamiento, promoción de la cultura, colecciones de arte, análisis y reflexión. En la TV también: algunos debates interesantes cuando los narcisismos no intervienen. La prensa es un verdadero contrapoder como lo descubrió tardíamente Richard Nixon.
Poder del Ejecutivo frente a contrapoder de la prensa, y al revés. ¿Quién tiene la razón? Pregunta ingenua y mal formulada; no se trata de eso. Ambos la tienen y ambos no la tienen. La razón no es una “franquicia” que pertenezca en exclusiva a un solo concesionario autorizado. Es producto de la investigación y el trabajo y a veces está en un lugar, luego en otro o en ninguno. La disputa Correa/prensa no debe asustar ni escandalizar; es más bien una expresión de que algo funciona en cada lado y entre los dos, de que tal vez la democracia es posible si cada quien atiende su juego. Lo contrario, la pretensión de que exista un acuerdo permanente es siniestra, se acerca a la novela 1984 de George Orwell, donde prensa y gobierno son lo mismo. Entonces, la cosa camina si se sostienen y argumentan las diferencias, a pesar de la queja desgastada de algunos periodistas o de los episodios de “enunciación precoz” que a veces sufre el Ejecutivo. No hay que enojarse ni lloriquear.
¿Cuál es el papel de los ciudadanos en esta disputa? No el de arbitraje porque esa es una oferta demagógica del poder. Si se aspira a la democracia hay que constituir ciudadanos en un proceso de construcción permanente: su lugar debe ser el de interlocutores e interpelantes del poder, el del Ejecutivo y el de la prensa. El Mandatario ha tenido esa supuesta intención a través de las sabatinas difundidas por los medios, que permiten conocer lo que deja oír de su pensamiento y serían más ricas si no contara solo con “barra propia”, si los “puercos” también fueran incluidos y escuchados. La prensa también lo intenta a través del buzón de lectores, funciona si los diarios publican las cartas y si los lectores las escriben; por ahí no anda bien la cosa, quizás los ciudadanos no leemos mucho la prensa y sobre todo no escribimos. No está solo en la prensa la obligación de mejorar; está en los ciudadanos la responsabilidad de exigir un periodismo de calidad. Hay que leer y cuestionar a los periódicos… y a los gobiernos. Tenemos la prensa que merecemos y nos ganamos los gobiernos que decimos sufrir. ¡Interpelar para dejar de quejarse y responder en vez de insultar!

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