sábado, 17 de mayo de 2008

Sembrando vientos

El Presidente ha confrontado con pelucones, periodistas y ahora hasta la Conaie discrepa con él
Por Gonzalo Ruiz Álvarez
La teoría de la confrontación elevada a política oficial tiene sus precios. Esta semana los indígenas agrupados en la Conaie han puesto distancia con el Gobierno y un emigrante en Madrid pagó la factura de su ansiedad.
Nada más empezar el Gobierno -o mejor, desde la campaña– la virulencia verbal fue moneda de uso común de Rafael Correa. Fustigó a las instituciones desgastadas –en algunos casos no le faltaba razones para sus críticas -. El Presidente embistió contra banqueros y pelucones, lo mismo que contra los partidos políticos –fuente de poder en cualquier país donde impera la democracia -, denostó a periodistas y subestimó su inteligencia –les llamó mediocres– y su moral fue vapuleada -dijo que eran corruptos-.
Prevalido de los repetidos triunfos electorales, alentó a la Asamblea con cuya mayoría se reúne permanentemente tendiendo dudas sobre la independencia necesaria para legislar con plenos poderes a desbaratar a ciertos organismos de control, enviar a casa a varios dignatarios y ratificar a otros en episodios donde el Estado de Derecho ha quedado por las patas de los caballos.
...
Si la Conaie hoy toma distancia del Gobierno, el Presidente se mofa de su escasa representación política. Puede ser que discrepemos de ciertos planteamientos radicales, pero los demócratas los sabemos escuchar y respetar.
Y para guinda del pastel, un joven que reclamaba acaso con cierta desconsideración en un acto en Madrid fue calificado de idiota.
Para gobernar en paz y para todos hace falta algo más que ganar las elecciones, ser un economista brillante y poseer carisma. Hace falta, por sobre todo, tolerancia y respeto al pensamiento de los demás
...
Articulo completo,

No hay comentarios: