Por León Roldós
En el enfrentamiento entre los hermanos Correa y la banda de los ‘rosas’, bautizada así por el mayor de los Correa, se multiplican las novedades.
En el enfrentamiento entre los hermanos Correa y la banda de los ‘rosas’, bautizada así por el mayor de los Correa, se multiplican las novedades.
Lo más reciente es el escándalo de las salas de juego de azar, que después de la amenaza del presidente Correa de mandar tractores para destruirlos, se activaron los vínculos de protección que los mantuvo abiertos y protegidos. Ya hay evidencias de que después de las intervenciones sabatinas del presidente Correa, los amenazados por él tienen tres alternativas: no tener miedo a las agresiones presidenciales y enfrentarlas;
arrastrarse para que no se los vuelva a amenazar:
o buscar o esperar intermediarios que obtengan que los sábados siguientes no se los amenace, ni se les perturbe en sus negocios.
Parecería que los de las salas de juego, que ya se habían vinculados con actores del poder de anteriores gobiernos, optaron por la tercera alternativa.
Los plenos poderes efectivos del presidente Correa y su entorno, que se demostraron en la destitución de los legisladores que hacían mayoría al inicio del período de 2007, la expulsión de los vocales del Tribunal Constitucional, las alteraciones en el texto constitucional y el sometimiento servil de otros órganos y organismos del poder público, solo han tenido un detente: la resolución de un juez de Tosagua en Manabí.
El ratoncito, juez pesetero, paralizó a la manada de elefantes de fuertes colmillos. ¡Qué increíble!
Habría sido suficiente reformar el Reglamento que encasille a las salas de juego bajo estrictas normas de control de la autoridad, para llevarlos a su clausura, pero eso no convenía a los de la red de la garitocracia, sino someterse a la resolución del juez de Tosagua, que no fue notificada a las autoridades del poder público, sino que sus copias se multiplicaron como volantes de circo para que esas autoridades la “acaten”.
El denunciante mencionó en la lista del entorno del Gobierno, entre otros, a los hermanos Alvarado -Vinicio y Fernando- quienes admitieron vínculos con los negocios de las casas de juego, pero no como funcionarios públicos, por lo que la permisividad gubernamental, para que los garitos sigan lucrando, sería pura coincidencia. Los Alvarado acusan al denunciante de injuria contra el “Estado Ecuatoriano”, en papel de la Presidencia de la República, con el patrocinio del Secretario Jurídico de la Presidencia, Alexis Mera, porque cuestionarlos - a los Alvarado- es agraviar al Estado.
A Luis XIV de Francia se le atribuye simbolizar el autoritarismo con la frase “El Estado soy yo”. Los ‘rosas’, en los hechos, actualizan la frase: “El Estado somos nosotros”.
Y como en 2010 habrá que confirmar o reemplazar a todos los jueces penales, Alexis Mera advierte: “Hay que llenar de jueces la cárcel”. Intimidación y amenaza para someterlos.
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