Permítame, en nombre de la Santa Sede,
agradecerle por la sugerencia suya hecha oportunamente en Londres,
en donde la Reina es la jefa máxima de la Iglesia anglicana,
de que Su Santidad escriba una encíclica que denuncie "cómo en este mundo,
al igual que en la revolución industrial,
el capital tiene más derechos que los seres humanos",
como he leído en la prensa corructa de su país,
porque aquí no ha aparecido tan original noticia,
puesto que, en 1891, el papa León XIII ya lo dijo en su encíclica Rerum novarum,
que se olvidaron de hacerle leer en la Católica de Guayaquil,
ocupados como estaban en vender pollos,
al igual que en la Mater et Magistra o en la Pacem in Terris o en la Gaudium et Spes,
y en los documentos de Puebla, etc., etc.
SS se permite informarle que la encíclica podría llamarse,
salvo su mejor criterio, De manibus pulcras et cuores ardentis
si S.M. no tiene a bien sugerir a esta Santa Sede otro nombre.
Su Santidad, además, le desea una buena estancia en Moscú y que visite la tumba de Lenin,
con Carlos Marx Carrasco, y que lleve a Natalie al café Puskin a tomar un chocolate
y que le solicite que le hable de la Revolución de Octubre y que,
a su paso por el reino de Bélgica, envíe a alguno de su pequeño cortejo
a recoger las lágrimas que vertió en Lovaina para que puedan depositarse
en Montecristi junto a la mitad de las cenizas de su ilustre pariente.
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