Opinión de Diario HOY
La familia Correa, que según el ingeniero Fabricio Correa ha sido "relativamente lista", al parecer se encuentra dividida. Por un lado, el próspero empresario con una fortuna -según él mismo ha declarado- de $14 millones, y que ha pagado la "bicoca" de $3 200 de Impuesto a la Renta el año pasado, ha acusado a su hermano de "vivir encerrado en un círculo rosa". A renglón seguido, ha mencionado al secretario jurídico de la Presidencia, Alexis Mera, por tener una fuerte influencia sobre Rafael Correa.
Ha salido inmediatamente uno de los miembros del Gobierno, el ministro Ricardo Patiño, experto en manejos y filmaciones clandestinas, a demandar a Correa, el hermano, a que explique de qué se trata aquello, porque ha dicho que de lo que siempre se solía hablar es de "círculos oscuros".
Todo esto, al parecer, no se trataría más que de acusaciones infantiles y malintencionadas de lado y lado, en un intento por desviar la atención del problema principal, que tiene que ver con los siguientes hechos:
el hermano del presidente abusó de su condición familiar para conseguir contratos con el Estado; el hermano del presidente adquirió empresas en paraísos fiscales para participar en esos contratos, pese a que está prohibido por la ley;
el hermano del presidente habría conseguido un préstamo de la CFN para revivir una compañía quebrada dando una hipoteca de un inmueble prendado previamente a un banco privado;
el hermano del presidente utilizó prestanombres para evitar figurar en esas empresas.
Lo extraño es que reacciones como las del secretario Anticorrupción se han dado solo después de que la prensa independiente sacara a la luz los hechos.
Igual ha sucedido con el contralor y el procurador.
La Asamblea, comandada por el "Corcho", flotando en su nube, no ha dicho nada.
Ministros y funcionarios que firmaron estos contratos apoyados en las emergencias tampoco dicen nada.
Los partidos y la oposición, callados.
Un feo escenario, donde la moral parece estar ausente.
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