Análisis de diario HOY
Fabricio Correa ha llevado muy lejos la defensa de sus intereses como empresario en el marco de la revolución ciudadana encabezada por su hermano. Ha reaccionado con molestia al pedido del presidente de la República de anular los millonarios contratos firmados con el Estado.Mientras Rafael Correa plantea el tema desde una perspectiva ética, Fabricio ha inundado el espacio público con denuncias sobre círculos oscuros alrededor del presidente y prácticas de corrupción.Ha ido muy lejos, decimos, porque ha utilizado un lenguaje de mafia para denunciar lo que parecería el rompimiento de un acuerdo existente para guardar silencio sobre actos de corrupción entre altos funcionarios públicos. No de otra manera se puede interpretar aquella declaración suya de no denunciar a los funcionarios que se encuentran "en off side".Al buen entendedor pocas palabras. Con esa afirmación, él revela una suerte de pacto del silencio en torno a juegos ilícitos en el manejo de recursos públicos.Pero Fabricio Correa no prueba con claridad lo que denuncia. Sus insinuaciones sobre irregularidades cometidas por el asesor jurídico de la presidencia, Alexis Mera, no tienen la contundencia que se esperaría dado el calibre de sus palabras.La actitud del hermano del presidente Rafael Correa tiene otro problema: en lugar de asumir una responsabilidad ética frente a lo hecho, llena el debate público de lodo. No ha hecho sino dañar la imagen del Gobierno, de los colaboradores de su hermano, para salvar su pellejo. Fabricio ha hecho gala de un desprecio hacia la ética pública desde sus intereses como empresario. Lo particular, desde su visión, pareciera estar por encima de una preocupación por lo público.En este punto, lo único que cabe pedir a los hermanos es precisión en su lenguaje y capacidad para demostrar lo que afirman, teniendo como objetivo central preservar la ética pública. No puede ser que los dos salgan a lanzarse acusaciones mutuas para salvar cada uno su pellejo.Lo denunciado por Fabricio Correa es muy grave e involucra al entorno íntimo del presidente, con todas las tonalidades de colores que fueran. A la vez, el presidente ha mostrado que los negocios de su hermano, no siempre claros y transparentes, han encontrado en su Gobierno un espacio para realizarse.¿No habla eso de algo equivocado en la revolución ciudadana, de algo que no está funcionando? Feo espectáculo el que dan los hermanos Correa; feo y dañino para la ética pública.
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