La intención del presidente Rafael Correa y los otros mandatarios de la región de acompañar a Manuel Zelaya a Tegucigalpa para que asuma la Presidencia de Honduras no se concretó ayer. Después de tres horas de discusión en la residencia de la Embajada ecuatoriana en Washington, Rafael Correa y sus colegas de Argentina, Cristina Fernández; de Paraguay, Fernando Lugo; y el secretario de la OEA, José Miguel Insulza, acordaron que Zelaya, depuesto por un golpe militar, viaje a su país en compañía del presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, el nicaragüense Miguel D’ Escoto.
Mientras los mandatarios que son parte de esta cruzada pensaban viajar a San Salvador por invitación de su presidente, Mauricio Funes. Desde ahí se proponían vigilar los acontecimientos. Si Zelaya no tenía dificultades, llegarían los otros mandatarios; pero si ocurría lo contrario, el Presidente depuesto debía dirigirse a la capital salvadoreña para realizar un nuevo pronunciamiento. Hasta el cierre de esta edición se desconocía si Zelaya emprendió o no el viaje.Esa decisión fue comunicada por Correa, quien llegó a la capital estadounidense a las 07:20 (hora ecuatoriana. Después que el avión Legacy 600 llegó a la Base Andrews, en Maryland, Correa se dirigió a la residencia de la Embajada. Allí ya lo esperaban Fernández y Lugo, quienes se anticiparon en el viaje. En la reunión, a puerta cerrada, también participaron los canciller de Venezuela, Nicolás Maduro y de Bolivia, David Choquehuanca.En la cita, Correa estuvo acompañado por el ministro de Coordinación Política, Ricardo Patiño, y de Seguridad Interna y Externa, Miguel Carvajal. El canciller Fander Falconí se unió a la delegación ecuatoriana, pues la víspera asistió a la Asamblea extraordinaria de la OEA, que decidió expulsar de su seno a Honduras por el golpe de Estado contra Zelaya.El ambiente caldeado en la capital hondureña, así como las declaraciones del arzobispo Óscar Andrés Rodríguez, presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras, quien el sábado pidió a Zelaya que no viaje a Tegucigalpa y así evitar un derramamiento de sangre, hicieron desistir a Correa y los otros mandatarios de acompañar a Zelaya.A la breve rueda de prensa, en la Embajada ecuatoriana no asistieron los otros mandatarios. Únicamente llegó Correa y sus tres ministros. Allí sostuvo que la decisión adoptada es sabia pero prudente, pues impediría que se produzca una represión brutal en contra del pueblo hondureño y un derramamiento de sangre. También aprovechó para fustigar las declaraciones del arzobispo.
A decir de Correa, el no poder llegar a Tegucigalpa con Zelaya, con cuyo Gobierno el Ecuador firmó hace un mes convenios de cooperación sobre reforma del Estado, no es una derrota política.
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