Walter Spurrier Baquerizo
La semana pasada, la Junta Bancaria dispuso la liquidación de Mutualista Benalcázar.
Algunos clientes de la banca han manifestado preocupación y temor de que no se trate de un caso aislado y que se repita la intervención con otra institución. Lo que pudiese suceder, pero esto no debería preocupar a la ciudadanía. Si a principios de los noventa se hubiera actuado de esta manera con los bancos que presentaban problemas patrimoniales, su situación no se habría deteriorado tanto como en efecto sucedió, y la crisis fiscal de mediados y fines de los noventa no se hubiera llevado a tantos bancos. Las primeras en caer fueron financieras pequeñas.
El mecanismo que va a utilizar la Superintendencia para resolver el problema de Mutualista Benalcázar es el apropiado que se ha utilizado en ocasiones anteriores; la venta del negocio de Los Andes a Filanbanco, del Popular a Pichincha.
La Superintendencia convoca a las instituciones financieras dispuestas a comprar el negocio de la institución que desaparece. La compradora recibe activos, digamos préstamos por cobrar e inversiones, pero a cambio tiene que asumir pasivos, en particular el honrar los depósitos. Como asume ambas cosas, activos y pasivos, no tiene que entregar un valor importante en efectivo.
El principal requerimiento que tiene que cumplir la compradora es que su patrimonio sea lo suficientemente fuerte como para poder manejar el aumento en el tamaño del negocio. Es por eso que las instituciones financieras que pueden participar en el concurso son aquellas que son bastante más grandes que la institución cerrada. Lo que se facilita porque Mutualista Benalcázar era pequeña. Si hubiese sido grande, habría sido necesario hacer paquetes del negocio de la mutualista para que la compra se reparta entre distintas institu-ciones.
Lo que todavía no logra afinarse en el procedimiento para que el proceso se lo pueda hacer durante un fin de semana. En esta ocasión, los depositantes de la mutualista se han enterado de la situación de la misma durante un día laborable, y por lo tanto han buscado retirar sus depósitos.
La AGD garantiza depósitos hasta por 12.200 dólares; en el caso de una mutualista, la gran parte de los depositantes, en este caso el 98%, tiene menos que esa cantidad.
Lo ideal es que la decisión de liquidar se tome un viernes a última hora, y que el lunes cuando el cliente vaya al banco, se encuentre que está cerrado y que un letrero le diga que sus depósitos, o su deuda, han sido transferidos a otra institución bancaria, y le dé la dirección de la oficina en que se los atenderá.
Vendido el negocio de la institución, queda el patrimonio, que sirve para atender los compromisos de la institución que no se pueden traspasar a otra.
Menos conocido por el público en general es que poco antes la superintendenta Gloria Sabando, asimismo, había determinado la liquidación de una aseguradora, El Fénix, que ya desde algunos años venía exhibiendo índices deteriorados. Es más bien en el campo asegurador donde las autoridades bancarias y de seguros deberán podar, para que se fortalezcan las ramas sanas.
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