Según el analista Carlos Larreátegui, “el trabajo real, objetivo y tangible de la Asamblea ha sido extremadamente pobre y casi nulo”. La Asamblea se ha dedicado a actividades que no tienen relación con el mandato del pueblo ecuatoriano y la “redacción de la nueva Constitución” casi está en segundo plano.
Larreátegui cree que los mandatos y leyes aprobadas por la Asamblea, son “bastante flojos y malos”, y esto ocurre porque no hay un “trabajo de fondo”.
Según el analista “todo lo aprobado por la Asamblea no tiene asidero legal, porque ésta no tiene competencia ni legitimidad” para aprobar leyes y mandatos, y a eso se han dedicado durante cinco meses.
También le preocupa la falta de debate que existe en la Asamblea. Al tener el control absoluto, el bloque del gobierno no admite discusiones y “acata las ordenes del Ejecutivo. Los textos se respetan íntegramente, nadie se atreve a poner una coma, ni a dar un punto de vista, porque todo viene dictado de ante mano”. Según el analista, “esto es grave porque le quita legitimidad a la Asamblea”.
Para Larreátegui, la actitud de los asambleístas de oposición es “tan o más decepcionante” que la de los miembros del bloque gobiernista, porque al parecer “se han resignado a los designios de la Asamblea y a que todo se maneje como el Gobierno quiere y pretende”.
Considera que la oposición “le ha hecho un grave daño al país” porque no ha cumplido su objetivo de frenar los abusos y arbitrariedades al interior de la Asamblea. “Hubiera sido más digno que la oposición renuncie, se retire, y no permanezca allí dando un aval, por omisión, a todo lo que se está ocurriendo en la Constituyente”, señaló.
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