jueves, 18 de septiembre de 2008

Terror

Por Xavier Lasso
El país se puede partir, a eso le tememos, dicen algunas personas. Los medios tienden a recoger con enorme generosidad estas opiniones. Cuando uno lee estas aprensiones no deja de sorprenderse porque tal parece que esas personas han venido viviendo en otro lado, en otra realidad. El país ha estado partido desde hace rato. Podemos hacernos cargo desde principios de la república.
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Hoy, con un pie en el XXI, la historia se repite y en este punto nos pide, otra vez, inteligencia y valentía, porque las cosas no pueden seguir igual: tanta pobreza que deja a las mayorías afuera de los beneficios del desarrollo. Es una miopía, por parte de aquellos que resisten el cambio, porque esta exclusión niega, entre otras cosas, el crecimiento de los mercados. La denostada revolución ciudadana pretende modernizar las estructuras caducas, volver a construir instituciones, las que nos pueden ofrecer algo de seguridad. No se ha propuesto violencia, destrucción total para, de esos escombros, levantar algo distinto.
Me parece que se ha venido leyendo lo que hoy vivimos, lo que encarna Correa, con una buena dosis de deshonestidad intelectual. Comparar lo de hoy con un pasado de horror, como el de Febres Cordero, es perverso, es torcer las lecturas. Enfrentar a Correa es necesario, lo deben hacer aquellos que ven al mundo de otra forma, pero que no intenten decirnos que son los más valientes. La amenaza no ha sido mayor; la respuesta no tiene que ser bruta. ¿Adónde está Quinto Pazmiño? Es una pregunta que han echado a circular, a ver si alguna suspicacia construyen. Eso es lo malo de acumular tanto: el terror se vuelve álter ego.

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