jueves, 4 de junio de 2009

Te quieren evaluar

Emilio Palacio
La marcha que el Gobierno convocó el viernes pasado no llegó a ser marcha. Faltó gente, así que debieron contentarse sus organizadores con una concentración pequeña a un lado de la Plaza del Centenario.
Las fotografías y filmaciones están allí para demostrarlo. Todos los que quisieron respaldar en Guayas y las provincias aledañas a la Revolución Ciudadana, llenaron apenas dos cuadras (desde Lorenzo de Garaycoa hasta García Avilés); sin tomar en cuenta –como también lo demuestran las fotos– que fueron dos cuadras de empleados públicos y activistas de Alianza PAIS.
El objetivo de este Gobierno –acostumbrado a ganar “por paliza”– fue siempre desbordar la avenida 9 de Octubre; a partir del viernes ese parámetro cambió.
El contexto es que hasta ahora no han podido doblegar a los maestros para que accedan a su “evaluación” (eufemismo que utiliza el aparato de propaganda del Estado para disfrazar su intento de apoderarse de miles de partidas del magisterio para repartirlas entre simpatizantes de Alianza PAIS).
Los docentes que se sometieron, no lo han hecho porque Vallejo los convenciese sino por miedo. El régimen acudió a la mejor pedagogía que conoce: “La letra con sangre entra”.
“Lo que queremos es una educación de calidad y calidez”, insiste el Ministro. Supongo que con lo de “calidez” se refiere a la pasión que debe poner el docente. La manera correísta de conseguir que la gente le ponga pasión a sus responsabilidades es amenazar con el hambre a las familias de los que impartirán “calidad y calidez”.
Esto no significa que Correa y Vallejo estén derrotados. La amenaza de romperle la crisma a la UNE sigue en pie, y lo paradójico es que el Gobierno cuenta con un amplio apoyo en la derecha y la izquierda no correístas del país.
¿Dónde están los banqueros, también perseguidos, que no defienden a los maestros? ¿Dónde están el Alcalde de Guayaquil y los prefectos entrante y saliente, que no deberían permitir que el magisterio del Guayas se transforme en un ejército de desocupados que no tendrán de qué vivir? ¿Dónde están las iglesias, que deberían demostrar ahora su preocupación por el derecho a la vida de los docentes?
¿Y dónde están Alberto Acosta, Martha Roldós, Pachakutik, la Conaie y los sindicalistas, que se esforzaron por darle derechos hasta a la Naturaleza en Montecristi pero ahora no recuerdan que los maestros también tienen derechos?
“¡Es que en la UNE hay muchísimos corruptos!”, me dirán. Los conozco, y también sus garrotes. Los he sentido en mi cabeza más de una vez. Pero en todos los grupos que Correa atacó sobran los corruptos.
En la historia hubo judíos corruptos, negros corruptos, banqueros corruptos, trabajadores corruptos, empresarios corruptos, curas corruptos, derechistas e izquierdistas corruptos, y aun así la parte decente de la humanidad no cesó nunca de defender los derechos civiles de todos.
Así que te pregunto: ¿y dónde te has metido tú? ¿Estás haciendo lo suficiente para que el país comprenda que en esta amenaza contra los maestros (y contra algunos medios de comunicación, de manera especial Teleamazonas, al borde de la clausura) se juega nuestro futuro político inmediato?
Porque si Correa consigue “evaluar” a los maestros, mañana nos “evaluará” a todos.
Y no sé si entiendes lo que eso significa.

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