Emilio Palacio
Este martes Carlos Marx se reunió con los empresarios capitalistas. Parece chiste pero es verdad. A mí no me invitaron, seguramente porque no soy empresario o porque el Presidente no me soporta. Pero no me quejo, porque igual no habría asistido. Resulta que los martes se han convertido en el día en que sectores populares de Guayaquil salen a las calles a decirle al Presidente de la A a la Z, y esta semana les tocó a los obreros y los sindicatos, y quise ver y oír por mí mismo de qué se quejaban. Esto fue lo que escuché o leí en las volantes que repartieron.
-“Correa, nos jodiste; al pueblo le mentiste” (Grito coreado por todos los manifestantes).
-“No es privilegio ganar por debajo del costo de la canasta familiar, cuando los allegados al Gobierno tienen sueldos de miles de dólares y prebendas en los contratos” (volante firmada por la FPTG, la Federación de la Salud, Fedemalaria, Fedelec, FDTG, Ceosl y Cetcnt).
-“Señor Presidente, no pase a la historia reprimiendo a la fuerza laboral del país” (volante de la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres).
-“Exigimos del Estado y del Gobierno nacional el cumplimiento de los derechos adquiridos que son irrenunciables para el pueblo trabajador” (volante de la Corporación Nacional de Agricultores y Usuarios del Agua).
-“Señor Presidente, respete a los jubilados eléctricos” (grito de un manifestante de la antigua Emelec).
El periodista debe decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, así que no voy a exagerar: no fue una concentración multitudinaria. Pero había gente. Y por experiencia conozco que así son los trabajadores (también los maestros, los indios o los campesinos); no se deciden de la noche a la mañana. Van de a poco. Hasta que finalmente, cuando el descontento estalla, no hay quién los pare.
La gente del Gobierno, que se pasó la vida junto a los trabajadores hasta que llegaron al poder, también lo saben. Por eso calculan, con razón, que todavía tienen tiempo. Así que ese mismo martes Ricardo Patiño, lejos de acompañar a los trabajadores, se reunió con el MPD, con el PRE, con los nuevos manteles (y muy pronto lo hará hasta con Nicolás Lapentti, que ya se propuso para sacrificarse por la patria) para conseguir aunque sea una precaria mayoría en el próximo ‘Congresillo’.
Lo extraño es que a nadie le incomoda que sea Patiño el que lleve la batuta en estas negociaciones. Dejemos de lado el viejo concepto “burgués” y “reaccionario” de la división de poderes, que manda que ningún miembro del Ejecutivo debe intervenir en los asuntos del poder Legislativo. ¿Para qué está el Corcho Cordero? ¿O María Paula Romo? ¿Es que van a poner al frente del ‘Congresillo’ a gente que ni siquiera puede negociar una mayoría móvil? Pascual del Cioppo, Raúl Baca o Assad Bucaram se habrían muerto de la vergüenza si desde la Presidencia les enviaban un delegado que hable a nombre de ellos.
Pero así es la Revolución Ciudadana. No hablan con los trabajadores. Solo hablan con los capitalistas. Y con la partidocracia. Y no habla cualquiera. Solo los ahijados de Correa.
-“Correa, nos jodiste; al pueblo le mentiste” (Grito coreado por todos los manifestantes).
-“No es privilegio ganar por debajo del costo de la canasta familiar, cuando los allegados al Gobierno tienen sueldos de miles de dólares y prebendas en los contratos” (volante firmada por la FPTG, la Federación de la Salud, Fedemalaria, Fedelec, FDTG, Ceosl y Cetcnt).
-“Señor Presidente, no pase a la historia reprimiendo a la fuerza laboral del país” (volante de la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres).
-“Exigimos del Estado y del Gobierno nacional el cumplimiento de los derechos adquiridos que son irrenunciables para el pueblo trabajador” (volante de la Corporación Nacional de Agricultores y Usuarios del Agua).
-“Señor Presidente, respete a los jubilados eléctricos” (grito de un manifestante de la antigua Emelec).
El periodista debe decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, así que no voy a exagerar: no fue una concentración multitudinaria. Pero había gente. Y por experiencia conozco que así son los trabajadores (también los maestros, los indios o los campesinos); no se deciden de la noche a la mañana. Van de a poco. Hasta que finalmente, cuando el descontento estalla, no hay quién los pare.
La gente del Gobierno, que se pasó la vida junto a los trabajadores hasta que llegaron al poder, también lo saben. Por eso calculan, con razón, que todavía tienen tiempo. Así que ese mismo martes Ricardo Patiño, lejos de acompañar a los trabajadores, se reunió con el MPD, con el PRE, con los nuevos manteles (y muy pronto lo hará hasta con Nicolás Lapentti, que ya se propuso para sacrificarse por la patria) para conseguir aunque sea una precaria mayoría en el próximo ‘Congresillo’.
Lo extraño es que a nadie le incomoda que sea Patiño el que lleve la batuta en estas negociaciones. Dejemos de lado el viejo concepto “burgués” y “reaccionario” de la división de poderes, que manda que ningún miembro del Ejecutivo debe intervenir en los asuntos del poder Legislativo. ¿Para qué está el Corcho Cordero? ¿O María Paula Romo? ¿Es que van a poner al frente del ‘Congresillo’ a gente que ni siquiera puede negociar una mayoría móvil? Pascual del Cioppo, Raúl Baca o Assad Bucaram se habrían muerto de la vergüenza si desde la Presidencia les enviaban un delegado que hable a nombre de ellos.
Pero así es la Revolución Ciudadana. No hablan con los trabajadores. Solo hablan con los capitalistas. Y con la partidocracia. Y no habla cualquiera. Solo los ahijados de Correa.
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