Por Antonio Rodríguez Vicéns
El dictador de Carondelet, con tozudez e intransigencia, ha ratificado que se crearán los Comités de Defensa de la ‘revolución ciudadana’, probablemente por sugerencia, en su última visita a Quito, de Raúl Castro, dechado y paradigma de la democracia contemporánea y heredero, como en las antiguas y extinguidas monarquías, tal vez por su rancio abolengo ‘revolucionario’, del poder total en su país. Es una servil y burda copia. No escribo de memoria ni desde la teoría: en una de mis visitas a Cuba pude comprobar personalmente que son un instrumento para el espionaje y la delación y, como lógica secuela, imponiendo el miedo y el silencio, para el control y la represión de los ciudadanos críticos e insatisfechos.No serán una creación libre desde la sociedad civil: serán una imposición, sin base constitucional y legal, desde el Estado. No nacerán espontáneamente, como resultado de la decisión y la organización de los ciudadanos, para luchar para el mejoramiento de las condiciones materiales de su vida o para la defensa de sus derechos conculcados por el Estado. Todo lo contrario: serán un instrumento del Estado contra la libertad e independencia de los ciudadanos. No serán utilizados para defender al ciudadano común sino a la ‘revolución ciudadana’. Es probable que algún lector escéptico piense que exagero y afirmará que el Ecuador no es Cuba. Estoy de acuerdo. El autoritarismo mendaz que padecemos no es -todavía- igual al totalitarismo cubano. ¿No se ha preguntado usted, lector, cómo serán financiados? ¿Con qué recursos? ¿Acaso esos recursos saldrán de los ‘remanentes’ de campañas anteriores o de aportes para el movimiento político gobernante? ¿O serán creados, promovidos y mantenidos con los recursos del Estado, que no pertenecen a un partido o movimiento determinado sino a todos los ecuatorianos? ¿Con qué derecho -y con qué sustentos legales- financiará la ‘revolución ciudadana’ con ingresos del Estado la creación, existencia y funcionamiento de los Comités de Defensa? ¿Qué dirá la Asamblea? ¿Cómo actuarán los organismos de control?
¿Cómo actuarán? ¿Cómo serán utilizados? ¿No servirán, como ya ha insinuado impúdicamente el dictador de Carondelet, para impedir “supuestos intentos de desestabilizar su gestión”? ¿O para “evitar cualquier intento golpista”? ¿No serán parte de la organización de su propio movimiento? El objetivo es muy claro: los Comités de Defensa serán un instrumento político manipulado por la ‘revolución ciudadana’. En efecto, si el proyecto se concreta, muy pronto veremos a los integrantes de esos Comités en las marchas y concentraciones oficiales, en las ‘espontáneas’ y represivas protestas contra supuestos o reales opositores o, en fin, interviniendo a favor de los candidatos gobiernistas en los procesos electorales.
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