Por Fernando Larenas
Una reja en forma de corral de 2 metros de ancho y un poco menos de alto, unos envases de plástico y las evidencias de que en su interior vivía encerrada una persona perturbada o con discapacidad mental.
Quizá esa persona fue sacada del lugar pocos minutos antes de que llegaran los integrantes de la misión solidaria Manuela Espejo, cuya función es efectuar un catastro real de la situación de las discapacidades en la provincia de Cotopaxi y en la Sierra.
Se trata de un plan piloto, que luego será reproducido en otras provincias, que surgió por iniciativa de alguien que habla poco, el vicepresidente Lenin Moreno, un hombre que ha vivido en carne propia el problema de la discapacidad, en su caso, víctima de la violencia social.
En silencio, el Vicepresidente organizó las brigadas que fueron hasta los rincones más remotos de Cotopaxi, a los cuales ni siquiera habían arribado los candidatos en campaña. Primera constatación: la estadística sobre las discapacidades estaba oculta; los burócratas se avergonzaban de revelar una verdad.
¿Quién no tiene un hermano, un padre, una madre, un amigo, un vecino con algún grado de discapacidad?, se preguntó el Segundo Mandatario del país para echar a andar el proyecto más grande sobre este delicado tema que nunca había sido tratado con seriedad.En esa galería de fotos en la que se mostraba la primitiva reja, había también imágenes desgarradoras de personas con malformaciones congénitas o de enfermedades que nunca habían sido diagnosticadas.Mientras compartíamos un café, resultaba chocante ver aquellas fotos, pero son reales y recientes, no se pueden esconder, son las discapacidades mentales, intelectuales, físico-motoras, visuales, auditivas y múltiples.
El registro de la provincia de Cotopaxi decía que un total de 3 403 personas presentaban algún grado de discapacidad. La estadística actualizada señala 11 136 casos. Una diferencia abismal que la misión Manuela Espejo, integrada por 512 personas, se encargó de revelar.Entre los médicos se destaca la máster en genética Marcia Coba, una científica cubana que se metió de lleno en la problemática de esa provincia y sirvió de ejemplo para que otros científicos ecuatorianos asuman responsabilidades mucho más sociales.
Esta es la revolución pacífica en la que cree Lenin Moreno, fiel a los postulados bíblicos de que su mano derecha no sepa nunca lo que hace su mano izquierda. Dar sin recibir, realizar sin esperar nada a cambio, sin histrionismos, sin ataques despiadados a nadie.A todo esto, Lenin Moreno denomina: “La revolución de las discapacidades”, y lo dice con humildad, reivindica un concepto que no tiene nada de ideológico y bastante de social y de amor al prójimo.
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