Editorial
Es hora ya de que el Gobierno informe de dónde salió la copia del diario de Raúl Reyes que entregó a la Fiscalía General y distribuyó a la prensa.
Voceros del régimen dijeron primero que los organismos de Inteligencia militar lo obtuvieron, sin agregar más detalles, como si hubiese algo que mantener en secreto. Luego esos mismos voceros declararon que alguien les ofreció en venta el diario a través de un intermediario, pero que no aceptaron el negocio así que los vendedores les regalaron una copia.
Extraños mafiosos estos que se resignan tan fácilmente a no obtener ningún beneficio de su crimen.
Saber dónde se obtuvo este documento, quién fue el intermediario y quiénes los vendedores originales, son piezas clave para juzgar todo este asunto. Y si bien la letra del texto coincide con la de Reyes y todo su contenido es coherente con la información que se dispone de las relaciones de las FARC con el poder político ecuatoriano, se necesitan todavía más evidencias, por lo que no cabe ese secretismo adoptado hasta ahora.
Voceros del régimen dijeron primero que los organismos de Inteligencia militar lo obtuvieron, sin agregar más detalles, como si hubiese algo que mantener en secreto. Luego esos mismos voceros declararon que alguien les ofreció en venta el diario a través de un intermediario, pero que no aceptaron el negocio así que los vendedores les regalaron una copia.
Extraños mafiosos estos que se resignan tan fácilmente a no obtener ningún beneficio de su crimen.
Saber dónde se obtuvo este documento, quién fue el intermediario y quiénes los vendedores originales, son piezas clave para juzgar todo este asunto. Y si bien la letra del texto coincide con la de Reyes y todo su contenido es coherente con la información que se dispone de las relaciones de las FARC con el poder político ecuatoriano, se necesitan todavía más evidencias, por lo que no cabe ese secretismo adoptado hasta ahora.
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