jueves, 8 de abril de 2010

Mi respuesta a Correa

Emilio Palacio
Ayer, casi me caigo para atrás al recibir una llamada telefónica de la productora “En el Ojo Film”, de Quito, para proponerme que participe en un reportaje “objetivo y neutral” sobre el juicio por el cual me quieren llevar tres años a la cárcel; reportaje que a su vez se transmitiría por cadena nacional de televisión y radio ordenada por la Presidencia de la República.
Antes de contestar, le pedí al director de la productora, Nicolás Cornejo, que me explique cómo podía él garantizarme que el reportaje sería “objetivo y neutral” cuando la persona que en última instancia lo contrató para ese trabajo fue precisamente quien ordenó que me enjuicien. Ustedes lo vieron por televisión al Presidente: “Demándalo, demándalo”, insistió varias veces.
Cornejo, por supuesto, no supo qué contestarme, así que le pedí autorización para llamar a Fernando Alvarado, jefe de la Senacom, con quien la productora había hecho el contrato
Al inicio, el hermanito menor me ratificó la invitación para que intervenga en este documental sobre mi juicio, por lo que le respondí que aceptaba, pero con una condición: ,que mi intervención, por el tiempo que fuese (10 minutos, 5 minutos o 1 minuto), sea en vivo, sin cortes, y que debía entender mi natural desconfianza de que mis palabras fuesen sacadas de contexto.
El hermanito menor se negó con un pretexto nimio:
el formato del documental que él quería, no contemplaba esa posibilidad, me dijo.
Insistí más o menos con estas palabras:
“Dígale a su jefe Correa Delgado que acepto debatir en público con la persona que él designe (porque él, por supuesto, jamás se atreverá) pero en vivo, durante el tiempo y en el lugar que él designe”.
La respuesta seguramente ya la imaginan:
“No, gracias, señor Palacio”.
¿Por qué les cuento todo esto? Ante todo, para ratificar con este ejemplo que quien está detrás de mi persecución no es un funcionario de menor rango sino, directamente, el Presidente de la República, que además de ordenar que me enjuicien para condenarme a tres años de cárcel, ahora quiere solazarse con mi imagen convenientemente editada para hacerme quedar mal.
Pero, también, porque toda esta historia demuestra que si a los tiranos les gusta jugar sucio, el país tiene reservas morales para devolverles la pelota, y cuando actuamos así, con un poquito de coraje apenas, retroceden, bajan la voz y reculan.
El tirano no es tan valiente como lo pintan.
Si hace de las suyas, no es porque sea fuerte, sino porque nosotros se lo permitimos con nuestra desunión.
Pero quizás eso cambie.
Días atrás recibí la visita del alcalde Jaime Nebot que vino a expresarme su apoyo a la libertad de expresión. Al poco rato me llamaron por teléfono la señora presidenta de la UNE y el diputado Luis Villacís del MPD con el mismo mensaje. Y hoy, Carlos Vera convoca a una concentración en Guayaquil con el mismo objetivo.
Son tres posiciones políticas completamente distintas, en realidad antagónicas (son muchos más los que me han expresado su apoyo, pero no puedo mencionarlos a todos); pero sin renunciar a sus discrepancias y casi sin hablarse entre sí, todos ellos comienzan a comprender, por la fuerza de los acontecimientos, que la tiranía nos amenaza a todos.
Es el primer paso.
Luego vendrán muchos más.

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