Carlos Alberto Montaner
El señor Evo Morales declaró que el pollo criado con hormonas induce la homosexualidad masculina y provoca la calvicie entre los europeos. Con toda seriedad, agregó que la Coca-Cola sirve para desatascar los inodoros. Esas noticias, claro, le dieron la vuelta al mundo. No se trataba de una muestra extraña de humor. Evo hablaba en serio. Pocas semanas antes había revelado un descubrimiento histórico sorprendente: Bolivia, en el pasado, se había enfrentado al Imperio Romano. No aclaró si fue contra Julio César o contra Marco Antonio.
¿De dónde saca Morales esas estupideces? En realidad, no son originales. Nadie nunca lo ha acusado de tener ideas originales. Son rumores populares que circulan en las zonas más ignorantes de las sociedades. Yo los había escuchado antes junto a informaciones fidedignas del aterrizaje de extraterrestres en México y la triste noticia del muchacho que nació con un rabo de cerdo, hijo de una pasión incestuosa.
Para los bolivianos se trata de un problema grave. La ignorancia y las supersticiones son dos pésimas fuentes de inspiración para tomar decisiones. Evo Morales no quiere hacerles daño a sus compatriotas. Es un pobre ignorante cuyos conocimientos de economía, derecho y relaciones internacionales son similares a los que tiene de genética y de historia. Eso es inevitable: la información que manejan las personas suele moverse dentro de un mismo horizonte. Si uno cree que Platón y Aristóteles son un dúo de cantantes, a partir de ahí puede suceder cualquier cosa
Morales sabe pocas cosas y las que sabe suelen estar equivocadas. Hugo Chávez también dice estupideces, pero con frecuencia les añade falsedades.
Cuando el terremoto que destrozó a Haití. Chávez dijo, tan campante, que el sismo fue provocado por una máquina infernal creada por la marina norteamericana. Aseguró que la información provenía de una infalible fuente rusa. Washington estaba probando su engendro bélico y, de paso, aprovechó para invadir Haití como parte de sus proyectos imperialistas. Parece que es una segunda generación de artefactos vinculados a las fuerzas destructivas de la naturaleza: en los años sesenta Fidel Castro denunció que el Pentágono desviaba los ciclones hacia Cuba.
¿Cuántas veces escuchamos que a las naciones poderosas les convienen las guerras porque potencian la prosperidad?
Qué es más destructivo, padecer a un gobernante ignorante, mentiroso o equivocado? Si las categorías estuvieran aisladas, probablemente lo más grave sería colocar a la cabeza del gobierno a quienes sostienen ideas o teorías equivocadas (los marxistas, por ejemplo) que tener de presidente a un ignorante o un embustero. El problema es cuando se solapan los tres componentes.
Y eso, me temo, es lo que suele ocurrir. Ignoran, mienten y están equivocados.
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