Por: Simón Espinosa Cordero
Panchita:
Me dices que, cuando acompañabas a Jesús del Gran Poder vestida de Verónica en la procesión del Viernes Santo a la altura de la Bolívar y Benalcázar, sentiste una pulsada en el hígado, viste estrellas y escuchaste una voz del más allá:
-"Panchita, quiero que seas mi asambleísta y te dediques por entero a la política. Quiero, por tu intermedio, salvar al Ecuador. Yo te seré propicio en la Asamblea Nacional".
Y ahora me pides, Panchita, que te aconseje cómo prepararte para este llamamiento divino.
Bueno, déjame primero que te felicite por haber sido escogida gratis. No es por tus méritos lo de la punzada y la voz, sino porque el Señor quiere hacerte un instrumento de política cristiana. Pero lo gratuito de la elección no te libra de prepararte a fondo y, por eso, me agrada que pienses en hacerlo en vez de llamar a los medios y contar tu experiencia y volverte santa, taumaturga y ministra de Cultos de la revolución revolucionaria.
Toda llamada de lo alto debe ser correspondida por una peregrinación a la Ciudad Santa. No hablo de Jerusalén, tampoco de Roma ni mucho menos del Quinche, hablo de que peregrines a las entrañas de Quito con una lámpara en la mano como virgen prudente que eres, preparada para la llegada del esposo. Visita los barrios en donde se vivió la revolución de las Alcabalas. Debes empaparte en la historia de Quito, sobre todo desde los años de 1740. Si hay un siglo que muestre lo mejor y lo peor de Quito, las luces de la razón quiteña y las sombras de la sinrazón de nuestra capital, es el de los 82 años que van de 1740 a 1822, nuestro corto siglo de las luces. Has oído hablar de Espejo. Todo el mundo habla de él, y pocos lo han leído, han entendido su obra, su vida, el camino que nos muestra. Anda a vivir unas semanas con Carlos Paladines, con Carlos Freile Granizo, con Hernán Rodríguez Castelo. Pídeles que te dejen lavar los platos que comen, tender las camas en las que duermen, barrer las oficinas en que trabajan, piensan y escriben estos tres mosqueteros del siglo XVIII y ruégales en nombre del Crucificado que te punzó el hígado que te ilustren sobre Espejo, sobre Carondelet, sobre la señora de Mejía y su esposo, sobre los terremotos que asolaron la Audiencia, y compáralos con los de Haití y Chile y llora cómo de pobre y miserable quedó la Sierra de la Audiencia y pon los brazos en cruz cuando ellos te expliquen la crueldad de España y sus virreyes cuando dividieron la Audiencia en 1802 y la descuartizaron entre Lima y Santa Fe, incluido el puerto feliz de Guayaquil y su cuenca prodigiosa.
Si algún libro debes tener a la cabecera de tu cama es Actores y procesos de la revolución quiteña, del Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural. Recoge el libro, editadas y anotadas, las 25 entrevistas hechas por Patricio Tinajero Villamar con motivo del Bicentenario de la Independencia en su programa Tanques de pensamiento-Compromiso con la Historia, en Café 106 de Multimedios 106.9 FM, radio urbana y comunicación en todo sentido. Y si quieres escuchar las entrevistas de esos momentos estelares de nuestra nación, acompaña al libro un disco multimedios cordial, ameno, iluminador.
Bueno, Panchita, hasta aquí mi consejo. Si haces esto, vivirás para la política, la más noble de las ocupaciones de un ser humano.
Suerte, y hazte ver el hígado, por favor.
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