viernes, 12 de marzo de 2010

Cuando salí de Cuba...

Por Carmen Inés Merlo *
Dejé mi sensación inquietante de escasez, improductividad y desesperanza.
Retorné a mi economía de libre mercado, en la que la iniciativa individual no es coartada y aún queda, aunque cada vez más frágil, libertad de expresión.
Es que, al pisar suelo cubano, uno se topa con una realidad compleja.
La belleza majestuosa de la vieja Habana, con sus hermosas mujeres, callejones angostos y pintorescos automóviles, contrasta con el estado anímico de sus ancianos malnutridos y su incipiente desarrollo industrial: Cuba importa el 80% de lo que consume.
¿Cómo desarrollar el espíritu empresarial si el Estado es dueño de los negocios y establece los salarios?
¿Qué puede anhelar la juventud cubana si, independientemente de los años de estudio y talento propio, son limitadas las oportunidades de superación personal?
¿Para qué cuestionar el modelo económico si la policía política reprime a todo aquel que desentona con la ideología comunista?
Es un hecho, Cuba es una de las sociedades más equitativas de América Latina.
El coeficiente GINI, empleado para medir la equidad de ingresos, está por debajo de 0,40; este indicador fluctúa entre 0 y 1, mientras más de acerca a 0, hay mejor distribución, y conforme se aproxima a 1, la riqueza está más concentrada. El Uruguay (0,45) ocupa la segunda mejor posición regional, pero su PIB per cápita es casi el doble que el de la nación caribeña, lo que implica que allí la riqueza está mejor distribuida, mientras que en Cuba la pobreza esta correctamente repartida. Si a esta espinosa carencia de ingresos se añaden factores cualitativos se aprecia el deplorable nivel de bienestar en la Isla. Prácticamente, toda la población esta alfabetizada y cuenta con educación gratuita hasta la universidad, pero ¿se puede hablar de calidad educativa cuando se impone en el currículo estudiantil una visión totalmente sesgada del mundo o cuando el nivel tecnológico (penetración de telefonía móvil y fija, computadoras en uso y usuarios de Internet) está a la cola de América Latina?
Productos como carne de res, leche, jabón y hasta papel higiénico son tremendamente demandados por los ciudadanos cubanos, pues las raciones contenidas en la "Libreta de abastecimiento" son insuficientes para cubrir las necesidades del mes. Por ejemplo, un taxista recibe al mes del Gobierno el equivalente a $13 y, con ello, apenas puede alimentar a su familia por 18 días; el resto debe completarse con las propinas que dejan los 2 millones de turistas que visitan anualmente la Isla.
Entonces, ¿como ha logrado la dictadura castrista mantenerse indemne 51 años?
Como sucede en la mayoría de regímenes represivos basados en la fuerza carismática de su líder, intolerancia ideológica e información perversamente distorsionada, buena parte de los cubanos se resignó a obedecer sin chistar.
Ojalá la muerte de Orlando Zapata y las recientes amenazas de otros disidentes permitan que aflore la llama revolucionaria en una sociedad tolerante frente a la anulación de su derecho humano fundamental: la libertad de opinión y expresión.
*Consultora económica, invitada de HOY

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