La crisis de Gabinete que ha propiciado el propio Gobierno de Alianza País, por sugerencia del buró político que se reunió en Salinas, según reveló el presidente Rafael Correa, podría ser una buena oportunidad para "refrescar las líneas", como se suele dice en el argot deportivo.
Y es que el ejercicio politico no solo que desgasta y tiene unas curvas ascendentes y descendentes en el desempeño de los funcionarios, sino que además un gobernante debe tener siempre la firmeza necesaria para evaluar la gestión de sus colaboradores, de tal manera que pueda calificar quién está ejerciendo su cargo con responsabilidad y determinación y quién amerita ser reemplazado.
Este mecanismo es un asunto común en el accionar de las instituciones, ya que hay que calificar su gestión, más aún si, por el trabajo que desarrollan, reciben un sueldo del Erario nacional, esto es, del pueblo ecuatoriano en este caso.Pero, como todo lo que sucede actualmente en nuestro país, esta crisis de Gabinete también resulta una incógnita, puesto que la gente no puede calificar fácilmente la gestión de los ministros.
Y es que Correa copa todos los espacios relegando incluso a sus propios secretarios de Estado.
Esta actitud podría explicar también esa suerte de programa político con el que se mueve el presidente de cara a sus colaboradores, a quienes incluso después de pedirles la renuncia, o de dejarles que se vayan por su propia voluntad, termina siempre reciclándoles en otras funciones.
Los casos se cuentan por decenas, por lo que son apenas unos cuantos funcionarios o funcionarias quienes, luego de renunciar, no han regresado a otro cargo al Gobierno.
En el Gabinete mismo, por solo citar unos pocos nombres, están Javier Ponce, Gustavo Jalkh o Galo Mora , quienes han ido de un cargo a otro, sin dejar de mencionar el caso de Ricardo Patiño, que ha estado en puestos de enorme influencia en el Gobierno de Correa.
Pero este sistema de reciclaje está resultando muy oneroso para el Ecuador, porque no solo que significa un aumento permanente de la burocracia, sino porque muchos funcionarios han adoptado una extraña actitud para no contradecir jamás al jefe, de tal manera que, en caso de que tengan que dejar el cargo, puedan ser inmediatamente o luego de un tiempo prudencial convocados otra vez para colaborar con el Gobierno.
En el caso de la actual dimisión del Gabinete de Correa, no pocos apuestan a que el sistema de reciclaje volverá a operar, pues da la impresión de que el mandatario no es capaz de prescindir de nadie, por lo que se siente obligado a tenerlos en cargos del Estado.
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