Que Palacio sea encarcelado implicaría una sumisión de la Justicia ante la dictadura y la muerte de la libertad
César Coronel Garcés
Esta semana, quiero referirime a dos temas puntuales y que me preocupan bastante: los reiterados insultos del presidente a la abogada y ambientalista Inés Manzano y la insistente y despreciable persecución política y judicial al periodista Emilio Palacio, que podría ponerlo tras las rejas.
En los últimos días, el presidente Correa se refirió en los peores términos a Inés Manzano -una destacada profesional que, en mi criterio, es la mejor abogada en asuntos ambientales- por haber hecho declaraciones bien argumentadas respecto a decisiones gubernamentales y omisiones ministeriales que afectan de manera directa y agresiva a los tiburones en nuestro país.
La opinión de Manzano a través de los medios de comunicación disgustó al Gobierno porque no les gusta que les digan lo que hacen mal. En lugar de solucionar los problemas denunciados o de responder con el mismo nivel de argumentos a la denunciante, lo que hizo el presidente fue insultar y agredir verbalmente, en este caso, a una dama: puso a Manzano, entre otros adjetivos, el de "mentirosilla", insinuando que la ambientalista hace afirmaciones falsas.Las denuncias de Manzano están jurídica y técnicamente sustentadas; además, todos los ciudadanos, como mandantes, tenemos el derecho a opinar libremente sin temor a ser insultados o afectados en nuestra honra ni de que, de manera tan ligera, se quiera destruir un nombre con tanta honorabilidad.
El segundo tema es muy grave también.
Las cualidades de Emilio Palacio las conocen todos los ecuatorianos, sobre todo su valentía. Es innecesario comentar los detalles de la demanda que un funcionario del Gobierno puso al comunicador; lo importante es hablar sobre el derecho a opinar y a expresarnos libremente, que está siendo afectado en nuestro país y que es un derecho humano de todos los ciudadanos.
Que Palacio sea encarcelado implicaría una sumisión de la Justicia ante la dictadura y la muerte de la libertad, cuyo cadaver estamos viendo pasar frente a nosotros, y nos estamos quedando sentados, callados y con los brazos cruzados.
Si usar la palabra "matón" es causal para que alguien sea mandado a la cárcel, entonces, ¿quién dijo algo cuando Rafael Correa llamó "matón de barrio" al alcalde de Guayaquil?
Correa debe aprender a respetar: el insultador de los sábados debe ser denunciado por todos a quienes nos ha insultado o querido afectar en nuestra horra.
Quien hoy preside el país usa todas las artimañas posibles y todo su poder para mantenerse en el Gobierno, callarnos y oprimirnos.
Nosotros debemos usar todo nuestro poder y nuestras fuerzas para construir un país diferente.
La peor oposición a la tiranía es la resignación. Por eso, la mejor solidaridad es no dejar de opinar, porque los costos políticos serán grandes.
Cuando el opinar se paga con cárcel o nos pretenden callar con insultos y amenazas, la apatía se paga con esclavitud. Somos esclavos cuando el miedo puede más que nosotros: por eso, reitero mi invitación a actuar sin dar tregua; están en juego nuestro futuro y el de hijos y nietos. No olvidemos que la única vía para defender nuestra libertad es hacerlo con constancia, sin odio, sin miedo y sin violencia.
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