Rafael Correa subió al poder con una aureola de rectitud en la cabeza. Hoy se mantiene, en gran medida, esa percepción de que este es un gobierno honesto. Y el Presidente utiliza esa buena reputación para evadir su deber de aclarar los actuales escándalos y las fuertes acusaciones en su contra.
El argumento del Gobierno, y en particular del Presidente, ante cualquier acusación de corrupción, es siempre el mismo. Basta decir “somos gente honesta” para que todo quede supuestamente aclarado. Y si el acto de corrupción es evidente, entonces el argumento cambia a “eso es normal, no es corrupción”. Y listo, no se diga más.
Esto ocurrió con los Pativideos
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Ocurre hoy, cuando respetados medios de comunicación internacionales y funcionarios colombianos acusan al gobierno de Correa de haber recibido fondos de las FARC para su campaña electoral.
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Y ocurre con el escandaloso aporte mensual “voluntario” que varias instituciones del Estado cobran a sus empleados para financiar al partido de Gobierno
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Por lo visto, para este Gobierno nada es malo porque todo lo hacen con buenas intenciones e infinito amor por el país. ¿O será mejor decir por PAIS?
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La percepción de honestidad de Correa no borra las acusaciones en su contra y los actos deshonestos de su gobierno
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No basta que nos digan que el Gobierno está lleno de gente honesta e inocente para ignorar cualquier acusación. La buena reputación no es excusa. Y sin explicaciones la irán perdiendo.
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