Francisco Febres Cordero
Los nutricionistas estamos tratando de encontrar algo que permita a los ecuatorianos tener una alimentación balanceada a la par que barata, toda vez que el precio de ciertos alimentos ha experimentado un alto elevamiento de calorías al bolsillo.
Y sí nos está yendo bien, francamente. Es que mucho lote somos los nutricionistas: si notamos que algo falta o que está dañado, lo reemplazamos por otro. Y ya. O, si no, ¿a quién cree que se debe que al Mahuad, que ya estaba un poco podrido, le hayamos reemplazado por el Noboa, que resultaba más barato y estaba más fresco? ¿Y que al Lucio, que de tan fresco daba dolor de estómago, le hayamos reemplazado por el Palacio, que estaba. Chuta, ¿qué estaba? Creo que demás maduro estaba.
Ahí sí se nos fue un poco la mano, pero al final resultó un poquito más digerible. ¿Ya ven? Todo es posible para los nutricionistas.
Ahora, el problema con que nos enfrentamos es lo que, en términos nutricionales, se conoce como síndrome del siglo XXI, que consiste en que la revolución ciudadana produce mucho alimento espiritual pero nos mantiene en una estricta dieta corporal. O sea, ¿ustedes no sienten que el espíritu se les engorda cuando oyen que la patria ya es de todos? Claro, pues. Ese es el alimento anímico, que llamamos los nutricionistas, y que resulta muy importante para el fortalecimiento de los huesos espirituales, entre los cuales sobresalen la tibia (que siempre debe mantenerse a esa temperatura) y el húmero (que también). Entonces, desde ese punto de vista, la revolución ciudadana está llena de proteínas y de calcios.
En lo que la revolución ciudadana hace aguas (con perdón de la expresión) es en el alimento corporal que, aunque mucho menos importante que el espiritual, también sirve. ¿O no le oyen al Correa que, en sus cadenas radiales, da cuenta del menú que comió durante la semana? Fui a Manabí y me invitaron a un delicioso cebiche, informa a la nación. Fui a Riobamba y comí un hornado maravilloso, también informa. Entonces, la revolución ciudadana no está hecha solo de intangibles, sino también de tangibles.
Chuta, pero es lo tangible justamente lo que está escaseando, mientras lo intangible medio que está sobrando
Pero bueno, lo que los nutricionistas recomendamos en tiempos del siglo XXI es que no hay que comer lo que está caro, sino solo que está incaro. Por ejemplo, ustedes pueden reemplazar la leche con los chochos, que también tienen mucho calcio. No se hagan líos: primero calientan los chochos hasta que hiervan y luego los ponen en una taza a la que añaden café y azúcar. Y eso se toman como desayuno. Delicioso queda. Claro que se dan casos de atoramiento pero sin duda es mejor morir atorado que morir desnutrido. En el almuerzo, pueden reemplazar el arroz, que está carísimo, por la yuca, que está barata. Eso sí, no comerán yuca en la esquina cuando pase el Correa, porque han de terminar presos.
Y así, en nutrición todo es reemplazable. Lo único irreemplazable es el Correa, que nos mantiene espiritualmente rozagantes, tanto que hasta que creo que nos va a dar obesidad y colesterol y cólico miserere y flatulencias y todo mismo. ¡Cuidaránse!
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