Emilio Palacio
Un fantasma recorre el Ecuador, el fantasma de lo mediático. Todos los poderes del Estado se han coaligado contra él. En el pasado, si un gobierno arremetía contra los periodistas, la parte sana de la sociedad se escandalizaba. Ahora el Gobierno recibe elogios por insultar a la prensa, y es que los periódicos ya no son medios de comunicación; se han convertido en el espectro mediático, que arrastra sus huesos desde ultratumba.
Fíjense en lo que ocurrió el lunes. El Gobierno interrumpió todos los noticieros y programas de televisión en la mañana para “desmentir”… ¿a los canales? No, a tres medios impresos. Los enemigos de lo “mediático” se arrogan el derecho de arrebatarle público y horario a los periodistas por asuntos en los que ellos nada tienen que ver.
Pero Carlos Vera, Jorge Ortiz y tutti cuanti son mediáticos –argumentan los enemigos del fantasma–, así que no importa, que los frieguen nomás”.
Preocupado por el asunto, revisé la denuncia del Gobierno. La acusación era que los tres periódicos habían mentido en estas afirmaciones:
1. A mí no me amenacen, dijo el presidente Rafael Correa. Expreso.
2. Los taxistas no lograron un compromiso con el Gobierno. Expreso.
3. El Presidente defendió a los taxis ejecutivos. El Comercio.
4. El Presidente apoyó la legalización de los taxis ejecutivos. El Tiempo.
5. Los taxistas pifiaron al Presidente. El Comercio.
¿Pero cómo informaron sobre el mismo tema los medios “alternativos”?Revisemos El Telégrafo. Comparen cada “mentira mediática” con la versión oficial. Cito textualmente.
1. “Se equivocaron [dijo el Presidente]. Estas amenazas no van con este Gobierno”.
2. “A los taxistas no les fue bien ayer”.
3. “Indicó [el Presidente] que no está de acuerdo con que se los llame taxis piratas, cuando muchos de ellos son padres de familia”.
4. “Insistió [el Presidente] que los taxis informales o ejecutivos para continuar con esta actividad deberán regularizarse”.
5. El Telégrafo no mencionó las pifias, obvio, son “alternativos”, pero sí contó que “A partir del mediodía, la Policía intentó despejar las vías [en Riobamba], lo que provocó desmanes con los taxistas”.
“Desmanes” es muchísimo peor que “pifias”.
Como ven, los tres periódicos “mentirosos” coincidieron con el diario gobiernista; y eso tiene su explicación. Hasta ese día, el régimen había resuelto regularizar los taxis ejecutivos. Por eso se organizó la protesta de los amarillos. Correa creyó que podría tranquilizarlos y salió al balcón, pero recibió una pifia sonora. Eran tres o cuatro mil personas amenazándolo. Así que comenzó a recular. Para eso se montó la cadena del lunes. El ataque a los tres periódicos no era lo importante, sino disimular, con una bravuconada, la debilidad del régimen, y convencer a los taxistas de que no voten contra el Gobierno en el referéndum. El Ejecutivo avanza así, según como sople el viento.
Déjenme decirles, de todos modos, que el fantasma de lo mediático es real. Consiste en manipular la información con objetivos políticos o comerciales, denigrando al que se interponga en el camino. Lo practican los medios corruptos y los gobiernos oligárquicos, enemigos de la democracia. Así que haremos bien en tenerle miedo.
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