Emilio Palacio
Al día siguiente del atentado de Colombia, el Ministro de Gobierno negó categóricamente que conociese a Reyes. Solo lo he visto en fotografías, le dijo a una periodista de este Diario. No era verdad. Tres días después, el gobierno colombiano le demostró que se había reunido en plena selva con Reyes, y tuvo que aceptarlo.
Pero Larrea se negó a contar el resto de la historia, sobre todo cuántas veces se encontró con el jefe guerrillero y a qué conclusiones llegaron. No quiso revelar tampoco en qué sitios se realizaron los encuentros, aunque Hugo Chávez lo aclaró el otro día. Reconoció que le había pedido al presidente Rafael Correa que organice la reunión en territorio ecuatoriano. Con eso se vino abajo la versión de que el gobierno no sabía que Reyes se escondía en Ecuador. Resulta que fuimos nosotros los que lo invitamos.
Pero lo que más sospechas despierta es esto de haber roto relaciones diplomáticas con Colombia y llevarnos al borde de la guerra, para ahora salir con que la guerra no será con Uribe sino con las FARC. ¡Eso sí que es un récord en cambiar de postura ideológica!
La conclusión es que nos están mintiendo. Los motivos los desconozco y quizás sean menos graves de lo que parecen, pero cuando los principios se vuelven tan deleznables como las encuestas, y se los modifica porque conviene, entonces estamos ante una bola de menti-rosos.
Acá las rectificaciones sobran. El aborto, los taxis, la Junta de Beneficencia, las negociaciones con Porta, la reforma tributaria, el pago de los bonos de la deuda externa, las tercerizadoras, el matrimonio gay, la rebaja del IVA, el nombre de Dios, el Estatuto de la Asamblea, las indemnizaciones para los empleados públicos, el profesionalismo militar, el campo petrolero Yasuní, las tasas de interés, el arbitraje internacional con la Oxy, la minería a cielo abierto, todo se rectifica.
¿Se acuerdan de Rectificadora Gutiérrez? Era un pequeño taller artesanal de una sola persona. Este es un equipo industrial, con la Asamblea Constituyente incluida, que rectifica en gran escala.
Hay que comprenderlos. Es un defecto de nacimiento de la nueva oligarquía que sostiene al Estado actual. Hace menos de tres décadas esos nuevos ricos eran clase media, o incluso menos; hoy son multimillonarios y tienen su propio gobierno. Por eso miran con desprecio a la antigua oligarquía, pero se han mudado a sus mismos barrios, en las ciudadelas cerradas de la vía a Samborondón, y según nos explicó el propio Presidente de la República, escogen los colegios caros de sus hijos e hijas pensando en matrimonios comercialmente útiles.
Es un cambio tan vertiginoso de ubicación social, que la nueva oligarquía piensa que así ocurre con todo, incluyendo los ideales, los valores y las ideas.
Nota sobre casinos y prostitutas: el Municipio de Guayaquil no tiene derecho ni atribución moral para consultarle al pueblo si quiere un casino en el Malecón. Si alguien pidiese un referéndum para que haya más prostitutas, el Municipio lo mandaría con viento fresco. El Cabildo está para cosas más elevadas. A los vicios se los regula, se los limita y se los controla, no se los promueve desde las cumbres del poder.
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