Era aproximadamente la 00:30 del pasado viernes, cuando nos despertamos por el ruido ensordecedor del pito de una furgoneta que se parqueó en la vía Marginal del Salado, justo frente a nuestra casa. Desconcertados por el ruido, nos asomamos a la ventana para ver qué sucedía, y en ese momento tres jóvenes mujeres nos alertaban que un ladrón había ingresado por una de las ventanas a nuestro departamento.Por breves minutos reinó el caos, desconcierto, y hasta el miedo en mi casa, de saber que había un intruso adentro.
Afortunadamente con todo el alboroto que armamos, el ladronzuelo terminó huyendo sin alcanzar su objetivo y herido en una de sus piernas porque tuvo que lanzarse rápidamente desde un primer piso alto.
El espíritu de solidaridad de estas tres intrépidas ciudadanas no terminó allí, se fueron, pero para regresar con una patrulla de la Policía para que nos auxilie
Es reconfortante saber que todavía existen personas con verdadera actitud solidaria, dispuestas a brindar su apoyo en forma desinteresada, lo que contrasta terriblemente con la impavidez e indiferencia demostrada por conductores y pasajeros de vehículos livianos y pesados que circulan por el puente El Velero, quienes –en plena luz del día– han sido testigos cómo los carros de nuestro barrio han sido objetos de robo de sus accesorios.
Por ello –a través de este medio de comunicación– queremos hacer público nuestro profundo agradecimiento y admiración a aquellos “ángeles”, como cariñosamente las llamamos en casa, que con su determinación y valentía impidieron que nuestra casa sea asaltada la madrugada de aquel día.
Maricela Zúñiga Pineda,Guayaquil
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