para nuestras gloriosas.
Sin embargo, en el supuesto no consentido de que,
en el fragor de sus combates sabatinos,
por su frente radiosa,
hubiese pasado algo que, al ser adivinado por algún periodista mediocre,
rompiera el encantamiento que nos une al trote-mar,
oso sugerirle algunos justificativos.
Haga que digan a la gente, Majestad Serenísima,
que se necesita bastante "estiércol de Satanás",
como llamaba Papini a ese invento neoliberal llamado cushqui,
para reparar las alfombras voladoras hindúes,
que han sabido deshilacharse por la emoción de sus ocupantes,
cuando ven desde lo alto a las princesas que le acompañan en sus periplos revolucionarios,
y para deshuesar los viejos espejismos (Mirages) que nos regaló su amigo, el Llanero Solitario.
Los no tripulados están bien, pero otros objetos chinescos,
que compramos bastante baratos, se han sabido dañar por las inclemencias del tiempo
y no hay quién los arregle,
porque los vendedores,
chinos,
rusos,
iraníes y otros,
nos hicieron chinos.
Además, los costos de las "visitadores" han subido porque deben facturar al SRI
por las prestaciones que ofrecen a nuestros solitarios héroes.
Además, se han incrementado los costos de los tragos
y otros gastos de la clase 6, como las pelotas de vóley.
Su fiel y bélico poeta.
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