martes, 1 de abril de 2008

Qué mala suerte

Personajes cantinflescos no merecen formar parte de las filas de un gobierno ciudadano
Por Fernando Larenas
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Había prometido no volver a referirme al tema y por eso solo concluyo con la reflexión que me envió un cordial lector, cuyo nombre me pidió que mantuviera en reserva. “Si un ladrón entra a tu casa y un vecino le dispara y lo mata en tu patio. ¿Qué haces: te enojas con el vecino o le agradeces?”.
Voy a hablar de la mala suerte que tienen algunos gobiernos, incluido el actual, para elegir a sus colaboradores. Se supone que todos caminan a su ritmo. Nunca he creído que el Presidente, un académico, tal como él mismo se reconoce, tenga una formación marxista leninista, mucho menos maoísta.
Ideológicamente puede ser un hombre de centroizquierda, un pequeño burgués, y no dudo que ame, como la mayoría de ciudadanos y ciudadanas, la libertad, ese valor intangible que solo se aprecia cuando se pierde.
Pero, lamentablemente, ha tenido la mala suerte de rodearse de algunos funcionarios que desacreditan sus sanas intenciones de hacer un gobierno de corte socialista, pero moderno y no totalitario como aspiran algunos de sus trasnochados colaboradores.
Qué mala suerte, hay un diplomático bravísimo con dos articulistas que se permitieron criticar su nombramiento
Qué mala suerte, había un aceptable funcionario anticorrupción, pero se fue. Me han contado que ha vuelto un personaje desgastado y pasado de moda. No puede ser.
En cambio, qué acierto con los nombramientos de algunas ministras como las señoras Chang, Salvador, Celi, Sánchez y, especialmente, Marcela Aguiñaga, la del Ambiente. Buen acierto, señor Presidente.
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Completo,

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