Manuel Ignacio Gómez Lecaro
A estas alturas del partido, si algo tenemos claro, es que hay Correa para largo. O al menos para el siguiente período presidencial que iniciaría con las elecciones que convoque la Asamblea
Este Gobierno ha demostrado una gran habilidad para hacerle el quite a los escándalos, mantener viva la idea de que representa el cambio, y así sostener un buen nivel de popularidad. Si a esto le sumamos los fondos petroleros con los que cuenta para sus programas y campañas, y la ausencia de una oposición fuerte, resulta casi imposible imaginar un cambio de inquilino en Carondelet.
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Correa continúa en su luna de miel. Todavía puede echar la culpa a políticos del pasado por problemas del presente. Su cuento de la “larga y triste noche neoliberal” aún surge efecto. Pero en poco tiempo ya no tendrá esa excusa. Los problemas del país dejarán de ser culpa de otros. Serán responsabilidad de su gobierno. Cuando eso suceda, ¿existirá una oposición unida, inteligente y sintonizada con la gente? ¿Tendremos voces que nos saquen de la oscura y ojalá no tan larga noche socialista que se avecina?
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La oposición, cada día más invisible, sigue mirando incrédula cómo un movimiento tan nuevo con ideas tan viejas se volvió tan poderoso en tan poco tiempo. Mientras tanto, queda un puesto libre esperando por ese nuevo líder.
Hace poco Jefferson Pérez dijo que planea entrar en política. ¿Acaso un candidato para el puesto?
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