viernes, 4 de abril de 2008

Declaraciones que asustan

LA HISTORIA PRESENTE
José Luis Ortiz
Declaraciones de altos funcionarios del Gobierno revelan, de manera frontal, el trasfondo ideológico en que se asienta el verdadero objetivo del libreto correísta como proyecto autoritario y concentrador del poder. Y lo hacen, ahora sí, demostrando una franca y contundente soberbia, una convicción de que en este país se hace, o se hace, lo que ellos determinen.
Es la lógica de un discurso totalitario que no admite alternativas, disonancias ni propuestas. Primero mi palabra, segundo mi palabra y tercero lo mismo, parece ser la frase que anima esa voluntad dictatorial que desconoce la independencia de las funciones, el sistema jurídico, las libertades fundamentales y la ciudadanía.Apenas apoltronado en su cargo, el nuevo titular de la Secretaría Anticorrupción anunció, como acción prioritaria, investigar a los periodistas, editorialistas y medios que no se sumen al coro patriotero y simplista con que el Gobierno está manejando el difícil conflicto con Colombia.
Para este burócrata cualquier investigación periodística que vaya más allá del desplante superficial, es señal de adhesión a la posición colombiana, interesada en aplicar la política “imperialista” de los EE.UU
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Por su parte, el Ministro de Seguridad Interna y Externa demuestra una fundamental preocupación. Se propone indagar qué elementos de las FF.AA. o de la Policía Nacional entregaron información al Diario La Hora y a TC Televisión sobre el papel del ecuatoriano Aisalla en las FARC
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Los dos casos referidos -hay muchos- expresan la forma con que se asume una función que tiene claramente determinada su competencia. El señor Vera, en lugar de emular a los escritores de novela negra Simenón o Camilleri, debe dedicarse a averiguar si la tan proclamada limpieza y transparencia de la burocracia estatal no tiene resquicios oscuros que generen dudas. Y el secretario Larrea, a mirar con mayor inteligencia y suspicacia el escenario del problema con Colombia, a fin de que en sus proclamas no afloren resquicios de afectos o sentimientos más cercanos a los irregulares del norte que a los intereses de sus compatriotas, ni quede flotando en la opinión pública la certeza de que no hace falta esperar lo que digan las computadoras de Reyes para probar aviesos compromisos.
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