Con mucha pena acabo de presenciar algo que me ha llevado a hacer la siguiente reflexión. Durante la noche que se jugó la final de la Copa del Pacífico, entre los equipos Emelec y Liga de Quito en el estadio Capwell de Guayaquil, la barra de la Boca del Pozo en coro cantaba sin parar: “pelucones mari...”, al resto de los aficionados y socios emelecistas que se encontraban en las localidades de tribunas, palcos y suites.¿Acaso es un delito progresar a cualquier escala, generar trabajo? Qué desilusión tan grande sentí en un sitio donde antes existía camaradería y se escuchaba un solo canto de aliento hacia nuestro mismo club querido el Emelec. Acciones malinterpretadas se prestan para crear esta clase de odios y desunión. Si esto se da entre ciudadanos que tienen en común el mismo amor por su equipo futbolístico preferido (Emelec), ¿qué podemos esperar entonces del gran conglomerado ecuatoriano? ¿Podremos tener un mejor futuro odiándonos los unos a los otros en lugar de unirnos y fortalecernos como país y personas? Quisiera estar equivocado, pero con mucho dolor observé la mecha encendida entre hermanos, que sin lugar a dudas afecta por igual a ricos y pobres, blancos e indígenas, negros y mestizos, ¡todos, ecuatorianos! Se debe poner fin a estos vientos de odio antes que sea demasiado tarde, si ya no lo es; caso contrario, las presentes y futuras generaciones no vivirán con paz de espíritu y se perderá la solidaridad que debe existir entre el pueblo ecuatoriano.
Xavier Durán Dyer,Guayaquil
Diario El Universo, Cartas de lectores, Sàbado 2 de Febrero del 2008
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