domingo, 3 de febrero de 2008

Los de la Asamblea

Quién puede negar que la Asamblea no es más que “el superministerio del golpismo”. Gracias a esta nueva dependencia de bolsillo, el Gobierno ya legisla por decreto inapelable y con mano ajena.Así –como en un cuento de realismo trágico– en Montecristi se ha creado un “caballo de Troya” para demoler desde adentro las instituciones de la democracia liberal, ahora el “ministerio del golpismo” intentará triturar los derechos naturales garantizados por la Constitución de 1998 para legalizar una dictadura con búnker privado incluido.
Paul Tapia G.Guayaquil

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Contrariamente a lo que se esperaba, el mandato de la “todopoderosa” Asamblea Constituyente sigue manteniendo el statu quo de la burocracia dorada y no dorada.Los afortunados burócratas seguirán recibiendo jugosas indemnizaciones en caso de que dejen de trabajar en las instituciones públicas. No se podía esperar otra cosa cuando se sabía de antemano que uno de los más importantes aliados del Gobierno en las elecciones pasadas, y próximas, fue y seguirá siendo la burocracia. En lugar de modernizar el Estado y hacerlo más pequeño y efectivo, el estatizante Gobierno sigue creando ministerios y engordando al ya absolutamente ineficiente sector público. ¿Y la sociedad civil?, seguiremos siendo los tontos útiles, los plebeyos del “reino” que con nuestro trabajo pagaremos más y más impuestos para mantener a la vaga e ineficaz “nobleza” estatal.¿Será que en algún momento despertaremos y nos daremos cuenta del abuso? ¿O seguiremos votando para que nos sigan explotando?

Francisco Velasco,Guayaquil

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Tanto que nos quejamos del Congreso Nacional y la Asamblea ha resultado ser lo mismo. ¡Qué desgracia!Vemos a los asambleístas, por televisión, cómo alzan manos dirigidos por control de celulares; vemos cómo se gritan y golpean las mesas. Vemos que las cámaras de televisión los captan cuando entran, muchos, a las diez, once de la mañana y dicen con tal desparpajo que lo hacen porque venían de otros lugares “trabajando”.También vemos a sus colaboradores, secretarios, que como no tienen sillas ni escritorios dentro del recinto asambleísta dónde sentarse, por eso se apoltronan muy bien dentro de los carros para dormir plácidamente, leer el periódico o escuchar música; mientras otros se pasean por los jardines de la Asamblea, ¡ah!, pero por eso sí ganan 3.200 dólares. Vemos a los asambleístas disfrutar de las playas. Vemos a cocineros expertos preparar para clones de diputados, potajes gastronómicos. ¿Y quién mantiene todo este despilfarro? El Estado. ¡Qué vergüenza!
Jaime Coello,Ambato

Diario El Universo, Cartas de lectores

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