Este Monje Tuerto aprendió a manejar en los cursos de Aneta
y ya tres meses no puede tomar el volante de su pichirilo:
está entre los 30 mil conductores que esperan la licencia.
Desde que la revolución ciudadana aprobó la nueva Ley de Tránsito,
pasó la administración de la licencias de manos de la Policía
a la Comisión de Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial
dirigida por Antón, que ha perdido el son:
a pesar del largo nombre del nuevo organismo,
la eficacia se muestra corta: recibieron de la Policía pocas especies,
pero parece que estas son más difíciles de reproducir que el Solitario Jorge,
la única en su especie de Galápagos.
El son perdió Antón por no contar con las especies
o porque por allí pusieron y no aparecen.
En el cambio de época, acontece lo mismito que en la pasada época sin cambio:
nuay especies,
tampoco se matriculan vehículos nuevos,
faltan placas.
Los policía y Antón se echan la culpa.
Igualito que siempre.
Este Monje sigue de ciudadano de a pie.
Y sigue Tuerto
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