En primer lugar, quiero disculparme porque SM, es decir nuestro señor presidente, no le recibió en el Palacio de Carondelet a Su Alteza, príncipe de Gales y a su distinguida esposa, la de la bella sombrilla. SM no habla con príncipes sino solo con Reyes.
Cuando Don Charles Darwin visitó nuestras Islas encantadas, yo me dije:
¿Será, acaso, otro pirata, como Morgan o Barba Roja?
Decidí, entonces, esconderme en la Isla Pinta, casi por un siglo, hasta que me encontraron, y se imaginaron, que yo tendría la misma capacidad, que su antecesor don Enrique VIII, y desde hace aproximadamente 36 años me tienen dedicado a realizar esfuerzos placenteros, y mientras yo me divierto, los científicos del mundo observan los huevos que han puesto las jóvenes compañeras de mis esforzadas aventuras.
Nada más falso que llamarme el Solitario George.
La otra razón, Dear Charles, para no haberle recibido en Carondelet es el odio que SM tiene a las ecochicas y su predilección por la sopa de aletas de tiburón. Además de que aborrece a Darwin por eso de la teoría de la evolución porque, aunque él estudió los pinzones, SM está seguro que descendemos de los monos.
Además de que como Darwin, jamás ha ganado alguna elección, no tiene derecho a opinar.
De Ud., dear Charles,
el Solitario George
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