Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Parece que de Chávez solo hemos visto el comienzo. Lo suyo es seguir el mismo camino de su maestro en Cuba. El camino a la profundización del “Socialismo del Siglo XXI”.
Chávez inicia una nueva ofensiva contra la empresa privada y el sector agroindustrial, con la demagógica excusa de la soberanía y seguridad alimentaria. Lindas palabras para legitimar un robo. Chávez ha intervenido o expropiado empresas arroceras y de alimentos. Y parece que no se detendrá.
Sus expropiaciones hasta llegaron a la ciudad. A la Coca Cola le dio dos semanas para dejar un estacionamiento en Caracas. El área sería más revolucionariamente útil con un proyecto de vivienda. Según Chávez, se trata de convertir la propiedad privada en “propiedad social”. Otro de esos términos con los que los dictadores se apropian de cualquier cosa.
Y para aumentar sus atropellos y demostrar que su voluntad se impone hasta en lo más insignificante, Chávez ordenó la clausura de la exhibición Bodies revealed en Caracas.
Pude visitar esta exhibición en Nueva York. Presenta cuerpos humanos preservados de una forma innovadora y sorprendente. Cuando visité la muestra, decenas de niños aprendían y descubrían más sobre el cuerpo humano como nunca lo podrían hacer en sus libros de clase.
Para Chávez, que como Correa tiene esa facilidad de opinar y meterse en todo, la muestra se trata de “un espectáculo macabro” que refleja la “descomposición moral que sacude el planeta”. Así que, como buen dictador, mandó a cerrar la exhibición, dizque por un delito aduanero en el ingreso de los cadáveres al país.
Ahí es cuando se ve la diferencia entre una democracia y una dictadura. En los países democráticos, varios grupos se han opuesto a esta exhibición. Han protestado ante las autoridades. Han creado páginas webs y comunidades que reúnen firmas rechazándola. Y las autoridades han actuado según la ley, permitiendo la instalación de la exhibición.
Pero no en Venezuela. Si al Presidente no le gusta, la exhibición se cierra. Si al Presidente no le gusta el precio del arroz, se lleva las arroceras. Si el Presidente quiere construir viviendas en la ciudad, simplemente toma cualquier terreno privado. ¿Imaginan a un presidente de una democracia actuando de esa manera? ¿Imaginan esto sucediendo aquí con nuestro Presidente? Si lo podemos imaginar, nuestra “democracia” deja mucho que desear.
Chávez y su socialismo imponen una cultura: su cultura (o falta de cultura). Una visión: su visión. Una ideología. Un modo de pensar. El Socialismo del Siglo XXI, como todos sus antecesores ideológicos, solo funciona en una dictadura en la que se imponen ideas y decisiones. Solo puede existir suprimiendo la libertad individual.
Eso de las elecciones es puro maquillaje. Chávez empieza a perpetuarse en el poder como su maestro Fidel solo pudo soñarlo: con el voto popular que “legitima” sus abusos. Al fin y al cabo, ¿le importa a la mayoría si su presidente cierra una exhibición o interviene empresas privadas? ¿Valora la mayoría de personas la libertad individual cuando su líder los mantiene contentos con bonos y demagogia?
Y acá, ¿nos importa? ¿Entendemos que sin libertad no hay futuro? ¿Permitiremos la profundización del “Socialismo del Siglo XXI”?
Chávez inicia una nueva ofensiva contra la empresa privada y el sector agroindustrial, con la demagógica excusa de la soberanía y seguridad alimentaria. Lindas palabras para legitimar un robo. Chávez ha intervenido o expropiado empresas arroceras y de alimentos. Y parece que no se detendrá.
Sus expropiaciones hasta llegaron a la ciudad. A la Coca Cola le dio dos semanas para dejar un estacionamiento en Caracas. El área sería más revolucionariamente útil con un proyecto de vivienda. Según Chávez, se trata de convertir la propiedad privada en “propiedad social”. Otro de esos términos con los que los dictadores se apropian de cualquier cosa.
Y para aumentar sus atropellos y demostrar que su voluntad se impone hasta en lo más insignificante, Chávez ordenó la clausura de la exhibición Bodies revealed en Caracas.
Pude visitar esta exhibición en Nueva York. Presenta cuerpos humanos preservados de una forma innovadora y sorprendente. Cuando visité la muestra, decenas de niños aprendían y descubrían más sobre el cuerpo humano como nunca lo podrían hacer en sus libros de clase.
Para Chávez, que como Correa tiene esa facilidad de opinar y meterse en todo, la muestra se trata de “un espectáculo macabro” que refleja la “descomposición moral que sacude el planeta”. Así que, como buen dictador, mandó a cerrar la exhibición, dizque por un delito aduanero en el ingreso de los cadáveres al país.
Ahí es cuando se ve la diferencia entre una democracia y una dictadura. En los países democráticos, varios grupos se han opuesto a esta exhibición. Han protestado ante las autoridades. Han creado páginas webs y comunidades que reúnen firmas rechazándola. Y las autoridades han actuado según la ley, permitiendo la instalación de la exhibición.
Pero no en Venezuela. Si al Presidente no le gusta, la exhibición se cierra. Si al Presidente no le gusta el precio del arroz, se lleva las arroceras. Si el Presidente quiere construir viviendas en la ciudad, simplemente toma cualquier terreno privado. ¿Imaginan a un presidente de una democracia actuando de esa manera? ¿Imaginan esto sucediendo aquí con nuestro Presidente? Si lo podemos imaginar, nuestra “democracia” deja mucho que desear.
Chávez y su socialismo imponen una cultura: su cultura (o falta de cultura). Una visión: su visión. Una ideología. Un modo de pensar. El Socialismo del Siglo XXI, como todos sus antecesores ideológicos, solo funciona en una dictadura en la que se imponen ideas y decisiones. Solo puede existir suprimiendo la libertad individual.
Eso de las elecciones es puro maquillaje. Chávez empieza a perpetuarse en el poder como su maestro Fidel solo pudo soñarlo: con el voto popular que “legitima” sus abusos. Al fin y al cabo, ¿le importa a la mayoría si su presidente cierra una exhibición o interviene empresas privadas? ¿Valora la mayoría de personas la libertad individual cuando su líder los mantiene contentos con bonos y demagogia?
Y acá, ¿nos importa? ¿Entendemos que sin libertad no hay futuro? ¿Permitiremos la profundización del “Socialismo del Siglo XXI”?
EL UNIVERSO - Chávez otra vez - Mar. 12, 2009 - COLUMNISTAS
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